Sociedad
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Niños recién muertos

En el ala izquierda del panteón de La Leona, del pueblo de San Antón, hay varias decenas de tumbas muy especiales. En las cruces de metal se consignan nombres de seres que nacieron y murieron el mismo día, no se dice si vivieron una o 24 horas o sólo algunos minutos.


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 Alguien les llamó nonatos, pero se trata de algo distinto: los nonatos no llegaron a existir, y estos niños sí vivieron, al menos jurídicamente, es decir, tuvieron un nombre y ahora tienen una tumba. Desde el punto de vista médico hubo “pérdida irreversible de la capacidad y del contenido de la conciencia que proveen los atributos esenciales del ser humano y que integran el funcionamiento del organismo como un todo”.

Mara Eufrocina

Cuando era niño supe de la muerte de un bebé de un familiar cercano. Ella estaba embarazada, llevaba ya nueve meses.

Agustin
Una noche los padres fueron al hospital porque ella se sentía mal y cuando regresaron volvieron tristes. Había sido una niña. Vivió algunas horas y murió. Ese mismo día la familia y vecinos se organizaron y la enterraron en el panteón, en una cajita blanca. Todo esto fue como un flashazo. A la semana ya nadie se acordaba de nada, excepto la madre, que por las tardes se alejaba al patio de su casa, debajo de un árbol, se sentaba en sillón, descansaba sus brazos en su vientre herido y sollozaba.

Gemelos muertosAntonio
Maria

El pintor Leonel Maciel dice que estos seres que apenas pudieron respirar se parecen a los viejos moribundos, están solos con su muerte, así estén rodeados de gente, están solos, con la muerte que los espera a un lado. Mientras los niños que vivieron y murieron el mismo día no se dieron cuenta que ya tenían a la muerte a un lado, los viejos ven a la muerte, algunos con miedo se resisten, otros se resignan.

Parece que en estos casos es un poco más fácil acercarse a la idea de lo que es la muerte: un silencio, el último, un vacío que se prolonga y se desbarranca hasta donde acaba el infinito.

Juan

El problema, en este caso, es definir la existencia. Existir es latir, ocupar un espacio físico en el universo, en los archivos del registro civil, que alguien sea recordado porque lo pudo haber sido más que por lo que fue, tener una placa de metal en un panteón donde alguien lea: El niño José Pérez Vázquez. Nació el 24 de febrero de 1982 y murió el mismo día. Recuerdo de sus padres. Descanse en paz”.

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Máximo Cerdio

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