Jesús Hurtado cobra, recibe los pedidos, ordena, pero también “meserea”.
Siempre tiene una sonrisa: “trato a los clientes como quisiera que me trataran a mí. Esa es la clave, no ser falso, porque luego la gente se da cuenta”, explica.
Cientos de personas entran todos los días al restaurante y él los recibe con la misma amabilidad. Recuerda el nombre de casi todos los clientes frecuentes y bromea con algunos.
Allí comen políticos, artistas, deportistas, y funcionarios y él los trata con la misma cordialidad que a cualquier comensal:
“Dicen que el cliente es primero, pero creo que todos somos primero. Las cocineras, los meseros, los clientes, todos importamos igual y queremos que nos traten bien y eso es lo que intento hacer yo”.