Siempre tiene clientes y muchos amigos.
Hace más de cuatro décadas vino desde Guerrero y trabajó de “mil usos”.
Diez años después consiguió empleo en un local de vísceras en la calle Aragón y León; trabajaba ahí desde la mañana y, después de su jornada, con permiso de su patrón vendía taquitos afuera de ese negocio.
Poco a poco se fue haciendo de una extensa clientela. Con el paso de las años, los ahorros de su vida y el esfuerzo de toda su familia, pusieron algunos locales de venta de comida en esa calle.
“Nosotros no conocemos otro modo de progresar que no sea el trabajo honrado y diario.
Sabemos que tenemos que alimentar a nuestros comensales con productos de primera calidad, comida sana, que nutra, pero además que sepa muy sabroso.
Atendemos a nuestros clientes como si estuvieran en su casa”.
Reynaldo dice el éxito está en la honradez, la calidad de los productos y la atención al cliente.