Al inicio de la formación de los contingentes, alrededor de 20 integrantes del movimiento esperaban su turno de incorporarse (al final de la columna), ya que contaban con permiso para participar, según aseguró Jorge Sandoval.
Portaban un estandarte por cada uno de los regidores, síndico y alcalde, acusándolos de haberse incrementado en casi tres veces más sus percepciones.
“Tenemos documentos filtrados extraoficiales, que son auténticos, donde vemos que los recursos que manda el gobierno del estado a Zacatepec, son desviados o no se reportan ingresos, como en el caso de seguridad pública. Los recursos los emplean en beneficio propio, como el presidente municipal José Carmen Cabrera, quien se compró una camioneta con valor de 360 mil pesos, del Fondo 4, de Seguridad Pública, en lugar de un vehículo que sea más apropiado para el beneficio de la ciudadanía”, expuso Cenorino Díaz, vocero del movimiento.
Agregó que el alcalde incurre en abuso de poder, corrupción y saqueo; por ello han solicitado la intervención de la Auditoría Superior de Fiscalización (ASF) y del Congreso del Estado.
“Hasta que se normalice el trabajo en el Congreso, vamos a hacer demanda de juicio político por el desvío de recursos públicos que afectan el buen desarrollo del municipio.”
Ya a punto de tomar parte del desfile, una asociación de charros primero y elementos policiacos, después, intentaron impedir el ingreso de los integrantes del movimiento ciudadano. Un grupo de policías provistos de armas largas se apostó a un costado del grupo y dos patrullas intentaron bloquearles el paso, sin embargo, entre empujones y gritos de apoyo de los ciudadanos, finalmente se posicionaron al final del desfile.
Los policías y las patrullas, que sumaron dos más –eran cuatro en total–, acompañaron al contingente de ciudadanos que iban gritando algunas consignas. A su paso, algunos pobladores reprobaban a los ciudadanos, a quienes llamaban “revoltosos”; pero la mayoría enfatizaba su derecho a expresarse.
A unos cientos de metros del estrado principal, donde se encontraban las autoridades municipales –a un costado de la iglesia–, ya los esperaban decenas de policías que formaron una cadena humana para impedirles el paso. Se generó entonces un altercado entre los uniformados y los manifestantes, que a empujones intentaban avanzar. El público tomó partido a favor de los marchistas y exigían que les permitieran el paso y se les dejara expresar libremente.
Tras varios minutos de gritos y empellones, finalmente el movimiento pudo salvar el obstáculo, pero los policías se rehicieron y volvieron a intentar bloquear el paso al grupo más adelante, ante la cada vez más insistente voz popular de que les permitieran marchar. Sin embargo, la oposición de los policías fue menos difícil de superar y continuaron por la calle principal, ahora apoyados con las consignas de “el pueblo, unido, jamás será vencido”, de quienes presenciaron la escena.
Las autoridades municipales desaparecieron rápidamente de escena antes de que el grupo llegara al templete principal, dejando la música a alto volumen.