Los ejecutivos municipales son empleados al servicio de la sociedad, sin embargo, en nuestra cultura política, actúan como sus patrones y utilizan el erario a discrecionalidad, beneficiando y contratando a quien se le ocurre, invocando la autonomía municipal.
Desde que se instituyeron los informes de gobierno municipales, éstos no han funcionado para saber qué hacen con el presupuesto –ni si cumplieron con él.
El control que ejerció el PRI por mucho tiempo, desvirtuó la rendición de cuentas, y más bien, se trataba del lucimiento del presidente en turno, para halagarlo y reconocerle el “buen trabajo” que estaba desempeñando.
Esta fórmula se empleó por años y en lugar de informar de cada peso invertido en la comuna, en realidad se gastaba mucho en no informar nada, maquillar cifras, mentir, hacer pasarela para buscar el siguiente cargo de elección popular y cubrir actos de corrupción.
Poco a poco, con el arribo de los nuevos partidos al poder, las formas fueron cambiando, de tal forma que pudiera haber mayor transparencia, pero no se ha logrado. La apatía de los ciudadanos y la falta de voluntad de los gobiernos, siguen siendo las constantes.
En el periodo anterior, por ejemplo, se estipuló en la ley orgánica que el presidente municipal, en sesión solemne de cabildo, rindiera un informe anual por escrito; ante el propio cabildo y seguramente con la idea de hacer contrapeso, el regidor de la primera minoría, comentaría en términos generales el informe rendido, pero esto tampoco funcionó. Muchos regidores aún de oposición se aliaban al gobierno o la respuesta quedaba en mero discurso político, sin efectos legales.
Hoy día, de acuerdo con las recientes reformas a la Ley Orgánica Municipal ya los presidentes municipales solamente están obligados a entregar un informe al cabildo y se acabó. Esto les permitirá evitar actos públicos que los expongan al juicio popular, porque en los últimos años, era la única manera en que los ciudadanos –los pocos que se atrevían– podrían expresar su inconformidad (y también para los gobiernos ha sido un alivio, porque tenía precisamente que negociar con los inconformes para que no le echaran a perder la fiesta).
La apatía y la falta de voluntad, pues, seguirán durmiendo con la impunidad y corrupción.