Jojutla.- En estas fechas del nacimiento del Benemérito de las Américas no se escucha más que los mismos discursos de siempre y los datos monolíticos: Benito Pablo Juárez García, 21 de marzo de 1806, Guelatao de Juárez-18 de julio de 1872, Palacio Nacional, Ciudad de México, abogado y político mexicano, presidente de México en varias ocasiones. Se le conoce como el Benemérito de las Américas. Era indio y medía un metro con 37 centímetros de estatura.
Don Benito es, en el siglo XXI, un héroe que continúa siendo popular, pues algunos estudiosos (Monumentos mexicanos de las estatuas de sal y de piedra, coordinado por Helen Escobedo con fotos de Paolo Gori, coedición Consejo nacional para la Cultura y las Artes, Cameralúcida y Grijalbo, México 1989) aseguran que es al que más estatuas se le han construido.
Con la admiración que le tiene y presume el presidente de México Andrés Manuel López Obrador, Juárez ha ganado más adeptos, pero también más detractores porque quienes odian al presidente rechazan también al autor de las Leyes de Reforma.
En un recorrido por algunos lugares del sur de Morelos, se registraron esculturas nada ordinarias en lugares públicos. Todas tienen su encanto. Destacan dos:
El pequeño busto de broce que se localizaba en el auditorio municipal Juan Antonio Tlaxcoapan, de Jojutla, porque fue donado por el gobierno de Oaxaca y recibido por el municipio el 5 de diciembre de 2005 e instalado el 21 de marzo de 2006, y después del sismo de 2017 quedó a resguardo en posesión de una de las funcionarias de la actual administración. El busto se podía ver en las instalaciones del C-4, ubicadas en la venida Universidad, pero en la actualidad no se sabe dónde se localiza.
Y el de Zacatepec, que se localiza en la esquina que forman las calles Valentín Gómez Farías, esquina con la carretera Tejalpa-Zacatepec, de la colonia con el nombre del héroe epónimo.
Mide un poco más de dos metros y medio. Viste zapatos negros y traje negro, tiene chaleco del mismo color y una corbata que quiso estar pintada con verde, blanco y rojo. En el pecho, cerca del corazón, tiene una escuadra y un compás, abajo algo como un ave de plastilina con pretensiones de águila hecha por las manos de un niño. También tiene una cadena como de un reloj de bolsillo y sus extremidades superiores acaban en unas manos enormes a punto de volverse puños.
Al escultor le bastaron dos semanas, unos kilos de cemento, arena, cal, varilla y una cuchara para concluirla:
Herlindo Ortega Ortega, su creador, relata que en ese mismo sitio hubo un busto pequeño del Benemérito de las Américas que fue descabezado. Los colonos insistieron en que le pusieran la cabeza o les dieron otro y pasó el tiempo hasta que les llevaron uno de yeso que se derritió con las primeras lluvias, años después de volver a asistir decidieron ellos mismos construir el que luce la esquina en la actualidad; eso fue en el trienio 2010-2013.
Días después de que lo dejaron en el lugar que hasta ahora ocupa, escuchó por ahí que la escultura no respetaba las normas que se requieren para que se construyan monumentos a los héroes de la patria (Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos del 6 de mayo de 1972):
“Tiene esa forma porque no tuve modo de hacerlo parado, lo hice acostado. Para construirlo, investigué más de lo que yo sabía de él, y lo hice según lo que leí, no me basé en ninguna fotografía o escultura conocida, sino cómo lo vi yo a partir de mi investigación. Escuché por ahí que estaba muy feo, pero cómo iba yo a hacer bonito a una persona que estaba feo. Esta es una versión mía de lo que es don Benito Juárez”, relató.
(https://launion.com.mx/morelos/zona-sur/noticias/197928-herlindo-ortega-ortega-y-las-soledades-rusticas.html)