Pasadas las dos de la tarde, llegó su cuerpo a Jojutla en una carroza fúnebre, a la altura de la preparatoria de Jojutla, en donde ya lo esperaban un centenar de personas, muchas de ellas con flores. Personas que lo conocían y otras con las que compartió motivos de lucha social en la región.
Al llegar, comenzaron los gritos: “Se ve, se siente, Nacho está presente”, junto con el “Nacho vive, la lucha sigue”, que lo acompañaron durante todo el recorrido, desde la avenida Universidad, hasta la iglesia de San Miguel Arcángel, donde ya los esperaba otro numeroso grupo de personas para participar en la misa de cuerpo presente.
El párroco dedicó unas palabras de reconocimiento al hombre, que dijo, conoció hace cuatro décadas y mantuvo sus ideales.
En entrevista previa, Julián Vences Camacho, su compañero de lucha y también compadre, dijo que Suárez Huape se adelantó, porque “siempre iba adelante”, “y así fue hasta que partió”.
Dijo que Suárez Huape llegó de niño a Jojutla. Él lo conoció en la preparatoria. “Era inquieto, incasable, terco; y cuando él estaba convencido de que algo estaba mal, nadie le tapaba la boca, nadie podía callarlo y a nadie le tenía miedo. No le tuvo miedo a nada, así fueran narcos, narcopolíticos o lo que fuera, y uno siempre diciéndole: ‘Nacho ten cuidado, calmado’, pero él no andaba con miramientos para reclamar lo que era justo, así era Nacho”.
Refirió que compartió con él por última vez, el pasado 15 de marzo, el día de su cumpleaños. “Nos invitó a mi mujer y a mí, y a mi hijo, que es su ahijado de bautizo. Compartimos con él y discutimos. Mi hijo le dijo que cómo era posible que siguiera en el PRD, sabiendo lo podrido que estaba ya el partido, y dijo: ‘yo ahí seguiré porque para mí, es el único medio de hacerme oír, y lo seguiré estando mientras me oigan, mientras me escuchen, y mientras tenga yo un foro para pelear’. Él era incansable, no como otros, no como yo, que me cansé. Él era de otra madera, más resistente”.
Por fortuna, prosiguió, hay muchísimos jóvenes listos para tomar la estafeta que Nacho dejó, y son jóvenes que él también contribuyó en mucho para preparar, y de eso él da cuenta en uno de sus recientes notas en el Facebook. “Hay muchos jóvenes como él cuando fue joven, la esperanza nunca se debe de perder”.
El cortejo salió de la parroquia para dirigirse al llamado panteón nuevo de Jojutla, en la colonia Pedro Amaro, donde fue sepultado (su esposa lo fue en Cuernavaca).
Juan Ignacio Suárez Huape, llegó de Michoacán a Jojutla a los pocos años de edad, donde al fallecer su madre, fue criado por su tía “Pinita”. Falleció a los 55 años de edad y deja a dos hijos, Alondra (que todavía está en atención médica por el accidente) de 23 años, y Mauricio, de 22.
Su hermano vive en Jojutla.