En un mismo día volví a las calles de Alfama con su tranvía viejo y sus bares minúsculos inundados por las notas del fado, aprendí sobre la ocupación marroquí en territorio sahauri, conocí cómo las ciudades de Suecia se han vuelto cada vez más sustentables y humanas apostando por el diseño, me probé el sombrero de Indiana Jones, abracé a un koala, me probé un traje de gala marroquí, me tatué el brazo con inscripciones del antiguo idioma de Bangladesh, compré souvenirs peruanos, comí pasteles suizos y chocolates de Bélgica acompañados por café colombiano y descubrí que Curitiba es la ciudad más inteligente e innovadora de Brasil. No, no es que haya descubierto alguna mágica manera de teletransportación que desafíe las leyes de la física, más bien estuve presente en el primer día de actividades de la Feria Internacional de las Culturas Amigas, que en este 2018 celebra su primera década siendo el evento que une la tradición, la música, el arte, la fotografía, la economía y por supuesto, la gastronomía de los cinco continentes y los pone al alcance de todos los que visiten el Centro Histórico de la Ciudad de México.
De entrada me pareció un gran acierto separar las actividades y ampliar el espectro para transformar lo que antes era una extraña mezcla de bazar y muestra gastronómica en un verdadero festival cultural.
Si hoy ustedes quieren visitar la FICA ya no basta con llegar a la plancha del zócalo de la CDMX, pues allí solamente encontrarán los pabellones donde se venden productos representativos de cada uno de los países. Realmente esperaba encontrar más pabellones informativos y menos puestos de souvenirs pero bueno, ojalá para el próximo año sí escuchen mis plegarias los dioses de las múltiples religiones y culturas aquí representadas.
Ucrania, Bulgaria, Lituania y otros países de los que sabemos muy poco por este lado del mundo fueron de los pocos que se enfocaron mucho más en informar a los visitantes sobre su cultura, lo que ofrecen sus ciudades y su historia. Seguramente sus pabellones fueron solamente diseñados y montados por sus respectivas embajadas.
El resto de los países evidentemente también buscaron dar impulso a las empresas que de sus nacionalidades tienen operaciones en México.
En el zócalo también podemos encontrar una de las innovaciones de este año: el Pabellón de Diseño que forma parte de las actividades del World Design City CDMX 2018. Esta es la verdadera joya de la corona pues algunos países montaron instalaciones donde se explican las innovaciones que, sobre todo en materia de diseño urbano, se han realizado en los últimos años.
Países como Suecia, Sudáfrica, Brasil, Italia, Hungría o Suiza explican cómo el diseño está involucrado en la vida cotidiana y cómo desde la vivienda sustentable, el transporte inteligente, las metodologías de procesos creativos y el urbanismo responsable, se ha podido mejorar la vida de las personas, dándoles la posibilidad de vivir en urbes mucho más humanas, centradas en lo que deben estar centradas: las personas.
En esta ocasión echaron la casa por la ventana los organizadores y el evento tiene dos sedes principales: la plancha del zócalo y la plaza de Santo Domingo; además de 10 sedes alternas entre las que destaca la Fundación Cultural del México Contemporáneo, donde se llevarán a cabo espectáculos musicales y teatrales al igual que en el Antiguo Colegio de San Ildefonso o el Teatro de la Ciudad “Esperanza Iris”, el Museo José Luis Cuevas que presenta conferencias y exposiciones, además de la Alameda Central donde se ha montado una gran instalación artística.
Se quiso con este esfuerzo involucrar a los diversos espacios públicos y culturales en esta fiesta que es un homenaje a la diversidad y la vida urbana.
Lamentablemente, a pesar de que esta vez incluso cuentan con una app bastante útil y que es una herramienta que ayuda a los visitantes a no perderse ninguno de los eventos y propuestas de las distintas sedes, toda la gente se sigue amontonando en los stands de la muestra gastronómica que en esta ocasión está en la Plaza de Santo Domingo, donde el día de la inauguración había que hacer largas filas para acceder.
En mi experiencia, si bien sí es una buena oportunidad para probar platillos tradicionales de cada país, lo cierto es que los precios no resultan accesibles y justamente por la cantidad de gente que se congrega es difícil realmente apreciar los platillos.
Yo preferí enfilarme hacia la calle de Leandro Valle, detrás de la plaza de Santo Domingo donde descubrí un recinto cultural que, al menos para mí, es una nueva opción en la ciudad.
Se trata de la Fundación Centro Cultural del México Contemporáneo, un espacio arquitectónico antiguo pero intervenido con una propuesta que fusiona la arquitectura tradicional colonial con una propuesta refrescante de arquitectura tradicional.
En el patio principal de este recinto escuchamos a Fogo Ensamble, una banda de música tradicional portuguesa formada en 2007 a partir de un concurso de música en lengua portuguesa del que resultó ganadora. Además de cantar fados tradicionales, esta agrupación también incluye en sus presentaciones música brasileña y de las islas africanas de habla portuguesa por lo que escucharlos fue un verdadero viaje sin salir de la Ciudad de México.
Como ellos, diversos músicos, bailarines y artistas plásticos ofrecen un boleto para viajar por el mundo a través del arte de los cinco continentes que durante dos semanas se dan cita en el Centro Histórico de la Ciudad de México… ¿te lo vas a perder?