Hace muchos años en este espacio por el que camino hoy existía una alta torre de departamentos que formó parte de la que fuera uno de los primeros ejemplos de arquitectura social multifamiliar: la Unidad Habitacional Tlatelolco.
A escasos metros de la Plaza de las Tres Culturas, histórico escenario de la matanza de estudiantes del 2 de Octubre de 1968, se ubicaba el edificio Oaxaca mismo que se vino abajo, igual que el Nuevo León, durante el sismo que sacudió a la Ciudad de México el 19 de septiembre de 1985.
Como pasó con muchos terrenos tras esa tragedia, este espacio se había vuelto un lugar sucio y abandonado, dejado a la deriva y que formaba parte de la consecuente descomposición social y urbana de esta zona dañada por el terremoto.
Sin embargo hoy las cosas son distintas y aquí, a unos cuantos pasos del extremo más al norte de la avenida Paseo de la Reforma, hoy las personas pueden llevar a cabo una actividad crucial para la sustentabilidad de nuestra ciudad: cultivar alimentos.
Hace muchos años, en este mismo espacio hubo un mercado, antes de que los españoles llegaran a Tenochtitlan. Cerca de 30 mil personas venían a diario para conseguir alimentos frescos pues, en aquel entonces, esto era puro campo.
Hoy aquí también puede venir la gente a comprar alimentos frescos y cien por ciento orgánicos en este huerto que ha sido recuperado por la organización civil Cultiva Ciudad.
En donde una vez hubo tragedia y muerte hoy se extiende un monumento a la vida misma, al origen de ella: la tierra que nos brinda el alimento. El Huerto Tlatelolco, junto con el Huerto Roma Verde es hoy uno de los espacios que le ha dado impulso a la agricultura urbana y que además ha servido para que los vecinos se vuelvan a apropiar de este espacio recuperado.
A lo largo de 1,650 metros de extensión, los vecinos y personas interesadas en la alimentación sustentable pueden acercarse para aprender lo que nunca debimos haber perdido: nuestra capacidad de cultivar nuestros propios alimentos.
Algo fundamental para que este lugar pueda garantizar que sus alimentos son orgánicos y que está centrado en principios de economía circular son las compostas, algo de lo que se sienten muy orgullosos según cuenta Gaby Vargas, presidenta de Cultiva Ciudad.
Son los vecinos del huerto quienes alimentan estas compostas con sus desechos orgánicos cotidianos y las lombrices entonces hacen su trabajo: producir humus que es la mejor vitamina para el suelo. Y de verdad comer las hortalizas, flores y hierbas que se cultivan aquí es una de las mejores experiencias gastronómicas que un visitante puede tener.
El aroma es impresionante. Si eres de los que no puede distinguir el cilantro del perejil o la menta de la yerbabuena pues seguramente es porque has intentado hacerlo con los productos ultra refrigerados que compras en un súper mercado pero aquí, te juro que todo huele distinto. Uno casi podría decir que hacer una ensalada es una experiencia sensorial donde solo con mezclar aromas y colores estarás seguro de que también estarán reunidos todos los nutrientes que requieres.
Lo que me encanta de este lugar, al que por cierto, he venido a festejar el Día de la Tierra, son los aromas. En las orillas están sembradas las plantas más aromáticas como el cebollín, el ajo o el mastuerzo pero ¿cuál es la razón?, simple, es parte de un sistema biológico. Las abejas así no molestarán a las plantas que están en medio y que son las que más usamos en nuestra comida cotidiana: lechugas, tomates, chilacayotes, calabazas, zanahorias, betabel, espinacas, kale, y todo lo que imagines para tu ensalada.
El huerto funciona gracias al trabajo de muchos voluntarios de Cultiva Ciudad quienes enseñan a los vecinos a cultivar y cosechar, esto a fin de que este conocimiento se socialice y se difunda pues, en un futuro, la idea es que este lugar quede completamente en manos de la comunidad de Tlatelolco y el modelo sea absolutamente replicable en cualquier lugar de la Ciudad de México que cuente con un terreno libre.
Los voluntarios trabajan con muchas ganas y su recompensa es lo más preciado por el cuerpo y el paladar: vegetales frescos y recién cosechados.
También hay árboles frutales porque, no sólo de lechuga se puede vivir. Se producen manzanas, duraznos, ciruelos y granada. También se cultiva una milpa de maíz y distintas hierbas aromáticas como albahaca, romero, hinojo.
Aunque yo vine hoy a un festival por la tierra en el que distintos grupos enfocados en la producción de alimentos sustentables y orgánicos vinieron a ofrecer ricos platillos, también uno puede solo venir a comprar plantas y flores para preparar deliciosas ensaladas frescas. Sí… leyeron bien… flores comestibles y ¡suculentas!
Hace poco tiempo que abrieron también un pequeño vivero donde se cultivan los brotes y plántulas de muchas plantas que luego serán sembradas. Así, el sistema se hace cada vez más sustentable. Algunos brotes como sabemos también son comestibles y muy apreciados por su alto valor nutrimental.
Hoy es Día de la Tierra y por eso pensé que sería una buena oportunidad para vivir una experiencia de agricultura urbana y compartirla con ustedes. ¿Por qué es importante volver a aprender a cultivar nuestros alimentos y hacerlo en los espacios urbanos? La respuesta es simple: por sobrevivencia.
Según la ONU, para el año 2050 tres cuartas partes de la población vivirá en áreas urbanas. Por eso es urgente apoyar proyectos como el Huerto Tlatelolco. Y es ue acercar la actividad agrícola a las ciudades tiene amplios beneficios, no sólo hacer ensaladas.
Es una actividad social en la que vecinos conviven y se divierten por tanto, se reduce la inseguridad al recuperarse espacio público; se generan microclimas más amables pues las plantas y los árboles dan sombra y frescura, lo que ayuda a reducir la temperatura en la ciudad.
Además, la huella del carbón para ir a conseguir alimentos se reduce al mínimo y las plantas que hoy estoy comiendo aquí cumplen con los requisitos que desde hace casi treinta años promueve Slow Food en los alimentos: son buenos, limpios y justos.
Hoy también pude tomar un taller con la gente de Slow Food Ciudad de México, entusiastas voluntarios ocupados de compartir conocimiento y buenas experiencias para seguir en resistencia contra el embate de la comida rápida y sin nutrientes de la que están llenos los supermercados.
¿Quieres conocer el huerto? Sencillo, si quieres ser voluntario los horarios son lunes, miércoles y viernes de 10:00 a 13:00 (excepto días feriados). Si sólo quieres venir de visita, los días de huerto abierto y picnic son el primer y tercer sábado de cada mes (excepto días feriados). O si te interesa tomar alguno de los talleres comunitarios que se ofrecen aquí, como el de lobricomposta, los horarios son miércoles de 10:00 a 12:00 y de 16:00 a 18:00. Sigue a Cultiva Ciudad en Facebook y en Twitter pero sobre todo ¡reconsidera tus hábitos de consumo alimenticio!