Pues sí, y si somos viajeros, debemos saber que existe algo que se llama “turismo sostenible”. Ya por el simple hecho de ser adictos a los aviones y los autobuses para andar de trotamundos, nuestra huella ambiental es mayor a la de muchas personas pero, ¿cómo podemos continuar con nuestro estilo de vida sin atentar contra el patrimonio ecológico y ambiental? Pues aunque no lo crean, es muy sencillo y por eso hemos preparado esta guía básica de siete consejos para quien quiere dejar de ser un simple turista y desea convertirse en un viajero ambientalmente responsable.
1.- Elige responsablemente
La responsabilidad empieza desde la planeación. Así, elegir proveedores de viajes que ofrezcan garantías de calidad y respeto a los derechos humanos y ambientales. Existen aerolíneas que publican sus informes de sustentabilidad, algunas como AirFrance, British Airways o KLM tienen políticas específicas para reducir o compensar el impacto ambiental de sus actividades. No olvides que los aviones son el medio de transporte con más alto índice de emisión de huellas de carbono por pasajero, sin embargo con algunas acciones de responsabilidad ambiental algunas compañías tratan de reducir su huella en el planeta, así que detente a pensar, ¿es la aerolínea que elegiste la que tiene mejores prácticas ambientales?
2.- Aplica principios de economía de recursos
No se trata de no hacer uso de los recursos naturales, como el agua o la energía, pero debemos hacerlo con moderación pues estos son bienes realmente escasos. Podemos elegir opciones de hospedaje que cuenten con políticas de uso de energía alternativa (solar, eólica, biocombustibles, arquitectura sustentable, etcétera). También, si vamos a rentar un auto al llegar a nuestro destino, podemos elegir uno eléctrico, híbrido o de bajo consumo de combustible. Lo ideal es, en los destinos que lo permitan, utilizar el transporte público. Esto además de ser mucho más barato, también nos hará adentrarnos más con las costumbres del lugar en mucho menos tiempo. Por ejemplo en París, un tren a la ciudad cuesta 9 euros, mientras que un taxi puede estar entre 40 y 50 euros, dependiendo la zona de la ciudad a la que el viajero se dirige.
Cuidar el agua mientras viajamos es algo sencillo, si lo hacemos con la misma responsabilidad que lo hacemos en casa. Si en nuestra habitación hay alguna fuga de agua, es nuestra responsabilidad reportarla. Podemos elegir también hoteles inteligentes donde las luces están sincronizadas con sensores de movimiento, así no hay problema de que por las prisas olvidemos apagarlas, de forma automática cuando nosotros no estemos en la habitación, las luces se apagarán.
Lo mismo con el secador de cabello. Si el clima y las circunstancias permiten que nuestro cabello se seque al natural, de preferencia evitemos el uso de estos aparatos que suelen estar a nuestra disposición en los hoteles.
Otro modo de ahorrar energía es comprando ropa ligera que no necesite ser planchada. La plancha consume muchísima energía.
Si vamos a lugares donde podamos tener acceso a la cocina, prefiramos el uso de estufas por encima de los hornos de microondas que, aunque son muy prácticos, consumen mucho más energía y por tanto, contaminan mucho más.
3.- Reduce la generación de residuos.
Hace no mucho, vi en internet una foto de una brigada de extranjeros organizados para limpiar las playas mexicanas después de Semana Santa. Sentí mucha vergüenza. ¿Cómo podemos ser tan sucios? Cuando estuve en Río de Janeiro, por ejemplo, una de las cosas que más me sorprendió fue la limpieza de sus playas. ¿Cómo es que aquí para la gente sea normal tirar sus botellas de plástico, bolsas y hasta pañales en la arena y el mar?
Si no quieres andar cargando una tonelada de basura, no uses cosas que generan basura. Si vas a la playa o al bosque, procura llevar tu agua en envases reutilizables, igual que tu comida.
Cuando tengan que deshacerte de un residuo, hazlo de la manera más limpia posible. Coloca los residuos en los lugares apropiados, con la separación adecuada.
¿No encuentras un bote de basura cerca? Entonces, carga con tu basura hasta que lo halles.
Si sabes que tendrás un día de largos recorridos y te dará hambre, prepara un recipiente reutilizable y coloca en él algunas nueces y frutos secos. Así no consumirás productos chatarra que generan más y más basura. Si puedes, lleva contigo una bolsa ecológica o compra una en el supermercado del lugar al que llegaste. Así no tendrás que recibir bolsas de plástico cada vez que compres algo. Por ejemplo, en Francia no te dan bolsas de plástico en el supermercado y por uno o dos euros puedes comprarte una bolsa súper práctica de tela, que incluso tiene un diseño súper cool.
4.-Que la única huella que dejes, sea la de tu calzado
Nos encanta la naturaleza, visitar lugares con ecosistemas impresionantes como la selva, el desierto y hasta las montañas más nevadas. Nos asombra adentrarnos con tanques y visores a admirar las maravillas del fondo del mar, los arrecifes de coral, los peces multicolores pero ¿nos hemos informado sobre como admirar todas estas maravillas sin provocar un impacto negativo en esos ecosistemas? Un ecosistema es todo un conjunto de seres vivos que interactúan entre sí. Si nosotros no cuidamos en forma integral el hábitat que nos recibe, podemos dañar justo a esas maravillas que nos atrajeron hasta allí.
No consuman platillos exóticos que incluyan plantas o animales silvestres como ingredientes, por mucho que les digan que es “una experiencia fuera de serie”. Hasta una hormiga es importante para mantener el equilibrio de un ecosistema y no exagero, miren bien por donde pisan.
5.- Consume productos locales
Al comprar regalos y recuerdos busca que esos productos sean una verdadera expresión de la cultura local. No sólo porque es un horror llegar con tu suvenir de la Torre Eiffel y que abajo diga “made in China”, sino porque al consumir los productos locales se favorece la economía de esos pueblos o ciudades que le acogen. Con ese consumo responsable también se apoya a la diversidad cultural y económica de una región. El turismo es una actividad importante justo por eso, por el impacto económico que genera en forma transversal y que beneficia a millones de personas en sus propios lugares de origen. Con este apoyo a las economías locales se reduce la migración, se favorece la conservación de los valores y el patrimonio cultural, pero sobre todo se evita que las mercancías hagan largos viajes por el mundo, en transportes que generan más y más emisiones de carbono.
6.- Di no al tráfico de flora y fauna
Por ninguna razón compres flora ni fauna silvestre protegida. Tampoco productos derivados de estas especies. Esto es un delito internacional pero además de eso, contribuyes a su extinción. Ni siquiera en productos “artesanales”. Créeme, si quieres ser un viajero respetuoso del medioambiente, nadie apreciará que vuelvas con un caparazón de tortuga bebé como recuerdo. A veces por supuesto esto no lo sabemos, así que nada de hacernos de la vista gorda. Debemos preguntar, exigir certificaciones de todo lo que consumimos y no olvidar jamás que la flora y la fauna de ese lugar tienen un papel muy importante en su ecosistema y con su simple existencia contribuyen a preservar la vida en todo el planeta. Si no queremos avalanchas, no iniciemos con pequeñas bolas de nieve.
7.- Respeta y disfruta la cultura local
No hay mejor forma de conocer un destino que adentrándose en la cultura, costumbres, gastronomía y tradiciones de los pueblos originarios. Acércate con respeto, escucha y pon mucha atención porque en cada detalle puedes tener un aprendizaje. Recuerda, si estás en Japón y quieres comer lo mismo que en Estados Unidos, probablemente lo encuentres, pero la huella ambiental que dejarás será mucho mayor que si comieras lo que se produce en el lugar donde estás. Los alimentos no llegan ahí por teletransportación, así que mientras menos distancia hayan recorrido del campo o el mar hasta tu boca, menor será el impacto ambiental de consumirlos. En algunos pueblos de México por ejemplo, hay exquisitos platillos preparados con hierbas, insectos o frutos de temporada. No te pierdas la oportunidad de saborearlos.
Estos son sólo algunos consejos básicos, pero lo más importante si se quiere ser un viajero responsable es que en cada uno de tus recorridos, trates de contribuir con tu presencia al desarrollo de un turismo responsable y sostenible, construyendo con tu viaje un planeta más saludable y solidario.
Pregúntate, ¿tienes tú algo que aportar al lugar que te abrirá las puertas? Si puedes dejar algo para ellos ¡hazlo! ¿Tienes algo para compartir? ¡Hazlo! Y si no, créeme, el ecosistema te agradecerá que al menos vayas con la mente y el corazón abierto para recibir el aprendizaje de visitar cada lugar sin dañarlo ni robarle vida.
Viaja, no detengas tu camino, pero en cada paso contribuye a conservar la riqueza biológica del planeta y a mejorar las oportunidades de desarrollo para las personas que habitan ese destino paradisiaco. Si ellos pueden vivir del turismo ecológico y responsable, si ellos encuentran un modelo sostenible, dejarán de talar los bosques, de erosionar la tierra, de deforestar las selvas. Y eso, es un beneficio que todos agradeceremos.