Uno de los libros que me atraen frecuentemente a leer y releer, entender y reentender, pensar y repensar es “´Ética para Amador” de Fernando Savater. Y es que sus reflexiones son tan interesantes que hacen pensar dos y más veces.
En principio, se trata de un libro que el autor escribe para su propio hijo por razones que son más que obvias. Amador es ya un joven que lo que quiere es vivir la vida. Experimentar. Siempre tiene tantas actividades que nunca tiene tiempo para conversar con su padre. Así que éste escribe esas notas con la intención de que Amador, cuando tenga tiempo, pueda leer los pensamientos y reflexiones que quiere transmitirle. Y si se aburre o no tiene tiempo, puede marcar la página donde se quedó y cuando lo desee, pueda regresar a los pensamientos de su padre.
De entrada, eso me parece un acto de amor increíble. Primero porque no insiste en reunirse físicamente con el hijo. Llega una edad en que ellos ya no nos necesitan como antes y hay que entenderlo y digerirlo. Segundo: Darse tiempo para escribirle a un hijo pensamientos y reflexiones amorosos que le puedan ser útiles en la vida, sólo lo hace un padre verdaderamente interesado en el bienestar de su hijo.
En fin, Savater le escribe estos pensamientos a su hijo y hace reflexiones muy intensas, provocativas e interesantes. En principio nos dice que la hormiga nace hormiga, el tigre nace tigre. Es decir, los animales ya vienen con una información genética y por eso se comportan como se comportan. La hormiga morirá defendiendo su hormiguero a pesar de saber (si es que puede tener esa capacidad) que va a morir. El tigre acechará a su presa para obtener comida y atacará para lograr tal fin. Pero el ser humano no nace como tal. El ser humano se irá formando a partir de las enseñanzas que le den en la cultura que nace y se desarrolla. Por eso todos nosotros somos tan diferentes. Tenemos una cualidad muy particular, que no tienen los demás seres vivos, que se llama libertad. Y es, en ese sentido, que no hay una sola forma de actuar en la vida ante los problemas que nos acontecen. Somos producto de esa cultura en la que vivimos y por ello tenemos las consecuencias que tenemos en nuestro actuar.
Sin embargo, a pesar de tener varias alternativas para actuar en nuestra vida, algunos hacen cosas indebidas, pasando sobre los demás para sentirse bien. Viven con conceptos como el de “de que lloren en mi casa a que lloren en la tuya, pues mejor en la tuya”. Van por el mundo destruyendo y aplastando todo lo que encuentran a su paso. Hemos creado formas de vivir, que en realidad son formas de destruir. Hemos cambiado nuestros valores morales a valores materiales. Y por una parte está bien si uno viviera solo. Pero no es así. Somos seres gregarios y por tanto, necesitamos vivir en sociedad. Por eso hay un deber ser. Cada vez hay más pobreza, aunque muchos digan lo contrario. Vemos niños y gente de la tercera edad en las calles, sin tener a dónde ir, ni qué vestir, ni qué comer. Ni dónde descansar de manera digna.
Hace dos días, en nuestro primer encuentro “la magia de pensar en grande. Cultura de la paz para el buen vivir”, tuvimos momentos mágicos. Momentos en que nos dimos cuenta que sí se puede vivir mejor. Que sí podemos vivir en armonía. Qué sí podemos vivir en equilibrio y sana convivencia. Sólo es cuestión de que todos le entremos. Que no pongamos un granito de arena sino un camión completo. Nos merecemos una mejor vida. Una vida sin miedo. Una vida digna.
Estamos en las fechas en que celebramos la llegada de un hombre que dio su vida por nosotros. Por ti y por mí. Por lo menos en estas fechas da de comer a quien tiene hambre, viste a quien no tiene que ponerse, dale amor a quien lo necesita. Y cuando digo por lo menos, quiero decir que esta vez sí lo hagas. Que esta vez sí comiences a dar lo mejor de ti y que cada día seamos más los que queremos un mejor país. Una mejor comunidad. Yo sí le entro. Si tienes una idea y la quieres convertir en realidad, y si está en mis manos contribuir, cuenta conmigo. Comencemos una nueva cruzada sin sofismas ni falacias. Sólo la verdad desnuda. Nunca es triste la verdad… lo que no tiene es remedio (Serrat). Y nuestra verdad sí es triste pero estoy convencido que sí tiene remedio. Sigamos luchando. Gracias Gerardo Montero, Nadiosly, Anselmo, Dr. Jorge García Lara, Luz Parrao y todo el equipo y asistentes que nos acompañaron en este evento maravilloso. Y me despido con esta frase de la brasileña Makota Valdina: “Yo no soy descendiente de esclavos. Soy descendiente de seres humanos que fueron esclavizados. Y que, comparándolo con mis orígenes diría: “Yo no soy descendiente de pobres. Soy descendiente de seres humanos que fueron empobrecidos” por un sistema que ya no da para más.
Por una vida digna.