“Donde hay violencia hay siempre un conflicto no resuelto.”
-Johan Galtung-
Se dice que la violencia es el uso intencional de la fuerza física, amenazas contra uno mismo, otra persona, un grupo o una comunidad, que tiene como consecuencia o es muy probable que tenga como consecuencia un traumatismo, daños psicológicos, problemas de desarrollo o la muerte.
Hay muchas clases de violencia ejercidas en nuestra sociedad, sin embargo, cuando hablamos del género y la especie, es en el primero, donde Johan Galtung establece tres tipos o como él lo establece: el triángulo de la violencia que representa la dinámica de la generación de la violencia en los conflictos sociales. Según Galtung, la violencia es como un iceberg, de modo que la violencia visible es solo una pequeña parte del conflicto. Solucionarlo supone actuar en todos los tipos de violencia, que serían tres: La violencia directa, la cual es visible, se concreta con comportamientos y responde a actos de violencia; la violencia estructural, que se centra en el conjunto de estructuras que no permiten la satisfacción de las necesidades y se concreta, precisamente, en la negación de las necesidades y, por último, la violencia cultural, la cual crea un marco legitimador de la violencia y se concreta en actitudes.
Galtung menciona que las causas de la violencia directa están relacionadas con situaciones de violencia estructural o justificadas por la violencia cultural: muchas situaciones son consecuencia de un abuso de poder que recae sobre un grupo oprimido, o de una situación de desigualdad social, económica, sanitaria y racial, entre otras, y reciben el espaldarazo de discursos que justifican estas violencias.
Al hacer una reflexión sobre esto, es obvio que todo empieza en el plano cultural. Se dice que el ser humano nace con el conflicto, pues al tener diversas formas de educación, valores éticos, formas de ver la vida, se dan, por tanto, diversas formas de comportamiento. Y por ende cada uno de nosotros, hombres y mujeres, tiene diferentes perspectivas de la vida. Y eso nos lleva a la conclusión de que la forma de solucionar un problema tiene un origen cultural.
En mi generación, cuando éramos niños, nos enseñaban a no dejarnos de los demás. Nos enseñaron que, si alguien nos agredía o nos pegaba, también nosotros teníamos que pegar, regresar el golpe o pegar dos veces. Es decir, nos enseñaban a responder violencia con violencia.
Nuestros padres, en nuestra cultura, nos enseñaron a hablar, pero no nos enseñaron a comunicarnos.
Los conflictos siempre estarán frente a nosotros y éstos se pueden solucionar de manera positiva o negativa.
Siempre he insistido en que tenemos que dar un giro de 180 grados. Debemos buscar nuevas formas de solucionar los conflictos. Si seguimos como vamos, usando la violencia, lo único que vamos a lograr es acabar con nosotros mismos.
La fuerza es la primera forma de resolver un conflicto. Así es desde la niñez. Me gusta tu pelota, entonces te la quito. Como dice alguna canción mexicana tradiciona, “y cuando pierde, arrebata”. Esta es la parte cultural. Lo que nos han enseñado.
Hay gente que odia a las figuras representativas de la autoridad. Una gran cantidad. Esto tiene una razón. Se supone que son ellas las que nos deben proteger. Las que deben poner orden. Las primeras en cumplir la ley. Sin embargo, es al revés. Son ellas las que extorsionan, las que hacen difícil el acceso a la justicia. Eso provoca que la gente, además de perder la confianza, tomará la justicia en propia mano, y también, al verse violentados, ejercerán violencia contra las autoridades.
Por estas razones, tenemos que comenzar de cero. Desaprender lo aprendido en el caso de las viejas generaciones, y proyectar un nuevo paradigma en las nuevas. Debemos abordar el conflicto desde otra perspectiva. Tengo que saber con quién estoy sentado para abordar un conflicto.
Debemos implementar una nueva cultura de resolución de conflictos desde la niñez.
Por eso propongo, en el caso de las escuelas, comenzar con un programa de mediación escolar en donde habremos de formar promotores entre estudiantes y maestros para resolver conflictos. En las comunidades debemos implementar programas de mediación comunitaria para comenzar a desarrollar una cultura de la paz, y, por último, hacer promoción de esta nueva forma de solución de conflictos que ya tenemos en el estado de Morelos, que es la mediación en la esfera judicial, la cual nos llevará a desarrollar un nuevo paradigma en la solución de conflictos en nuestra sociedad.