“No siempre podremos construir el futuro
para nuestros jóvenes. Pero sí podemos
construir jóvenes para el futuro.”
-Benjamín Franklin-
Desde hace algún tiempo algunos científicos especulan sobre la certeza de los rasgos fisonómicos del ser humano del futuro. Si recuerdan las clases de Historia de la primaria, nos mostraban una imagen de cómo fue evolucionando el ser humano. De un ser con rasgos de simio, encorvado, hasta llegar al hombre erecto y de facciones más estéticas. El homo sapiens.
Pues bien, con todos los cambios que hemos tenido en la tecnología moderna, hemos visto en la televisión reportajes y en videos de youtube, en los que nos dicen que, de tanto estar con la cabeza hacia abajo, mirando al celular, el ser humano puede tener un espolón óseo o un cuerno que crecerá en la parte posterior del cráneo. Además de esto, han surgido otras teorías sobre el rostro del ser humano del futuro. Varios científicos confirman que, así como ha ido evolucionando el ser humano, no sólo en su apariencia física general, su cara muestra rasgos más estilizados. Si antes la cara era más intimidante y agresiva, actualmente es más agradable. Es una cara para llevarse bien con sus semejantes.
Son muchas las teorías y especulaciones que, de acuerdo a estas teorías, dicen que el ser humano del futuro tendrá un rostro más amigable, que será poco diferenciado entre hombres y mujeres, las cuencas oculares serán más grandes e iremos perdiendo el pelo porque ya no lo necesitamos.
Los científicos nos dan varios estudios sobre el tema. Sin embargo, a mí me preocupan temas más cercanos y preocupantes como: qué será de nuestros jóvenes en el futuro.
Es necesario tocar el tema de su educación, el tema laboral, familiar social, axiológico, entre otros.
José Saramago sostenía que el ser humano está constantemente en construcción, pero también, y de manera paralela, siempre en un estado de destrucción. Obviamente eso se va dando con el tiempo. Conforme vamos creciendo, conforme vamos envejeciendo.
Somos nosotros los adultos los que tenemos que allanar el camino de nuestros jóvenes. Sin embargo, de la mitad los más de 40 millones de jóvenes en México, de acuerdo a las estadísticas, viven en pobreza, han sido víctimas de actos de discriminación o se les ha impedido el reconocimiento de sus derechos.
De acuerdo con cifras del Instituto Mexicano de la Juventud (Imjuve), en México hay 37.5 millones de jóvenes entre los 12 y 29 años, los cuales representan el 31.4 por ciento de la población. Entre estos, 6.8 millones tienen entre 12 y 14 años; 10.8 millones entre 15 y 19 años; 10.7 millones entre 20 y 24, y 9.3 millones entre 25 y 29 años.
El Conapred (Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación) nos da esta información, la cual incluyo textualmente desde su sitio web: Las personas jóvenes enfrentan un problema de discriminación estructural que es reproducido por el Estado, la sociedad y el sector privado. Dado que se les percibe como amenaza para la cohesión social, muchas veces se les excluye de espacios y oportunidades laborales o educativas, y se impide el reconocimiento de sus derechos, especialmente los sexuales y reproductivos.
Es común que las y los jóvenes enfrenten discriminación por su condición social, su apariencia física (ligada a su condición económica), la escuela donde estudiaron, el lugar donde viven, o incluso sus publicaciones en redes sociales.
Todas estas acciones contribuyen a que la mayoría de las personas jóvenes de México se mantenga en pobreza o no pueda ascender socialmente.
Si se analiza cuidadosamente, el texto anterior, todos, absolutamente todos los adultos -¿quiénes más?- somos culpables de la situación de los jóvenes. Esa discriminación estructural tiene que acabarse. Desafortunadamente, es la delincuencia organizada la que sí los apoya y recluta para sus fines criminales.
Hemos comprobado en los medios noticiosos y en las redes sociales que cada vez hay más jóvenes involucrados en la criminalidad.
El Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria subraya que, en México, se violan cuatro derechos fundamentales para los jóvenes: educación, empleo, salud y participación juvenil. En México, país miembro de la Organización Iberoamericana de la Juventud, no existe una ley de juventud; tampoco, políticas públicas para un sector que representa el 35 por ciento de la población. Sólo en 14 entidades federativas, existe legislación en materia de juventud, pero en su mayoría carecen de reglamento.
Es hora de trabajar por nuestros jóvenes. Comencemos a preparar su futuro.