“Qué es un rito? -dijo el principito.-
Es también algo demasiado olvidado -dijo el zorro-.
Es lo que hace que un día sea diferente de los otros días.”
-Séneca-
Los ritos o rituales son ceremonias o eventos que dan a paso a una nueva fase en la vida. Pueden ser celebraciones sociales o religiosas y que nos emocionan mucho por todos los cambios esperados a futuro. Si lo analizamos bien, existen todo tipo de rituales: familiares, escolares, civiles o sociales y religiosos, como lo he mencionado.
Los rituales son importantes para todos los que vivimos en sociedad porque es un reconocimiento de alguna actividad. Por ejemplo, si un estudiante termina una carrera, se le está reconociendo, a través del ritual de la ceremonia de graduación que ha cumplido un objetivo más en la escalera de la vida. Y cuando presenta su examen profesional es otro ritual en el que se reconoce el grado alcanzado. En el caso del matrimonio, se reconoce el hecho de que una pareja manifiesta su consentimiento para llevar una vida en conjunto y lo establece ante todos sus conocidos.
Los rituales, pues, son actos simbólicos que dejan huella en nuestros corazones de manera profunda. Y estos, no necesariamente tienen que estar avalados o reconocidos por alguien en un grado jerárquico más alto.
Hay pequeñas cosas, que son realmente grandes y que tal vez no nos damos cuenta que son rituales. Y sin embargo lo son. Podríamos mencionar aquellos que hacemos de manera natural o mecánica y que nos fueron imbuidos e inculcados por tradición familiar, como los rituales de los padres a sus hijos para prepararlos para ir a dormir. Ellen Gallinsky hizo una prueba con más de mil niños en la que ellos mencionaban que lo que más recordaban de su niñez eran los pequeños rituales cotidianos como el cuento antes de dormir, las bromas, las canciones, los saludos, gestos pequeños pero muy queridos, que les daban la sensación de pertenencia a una familia que les hacía sentirse felices y amados.
Los rituales son muy importantes en nuestras vidas. No existe sociedad alguna que carezca de ellos, porque los rituales satisfacen una necesidad básica del ser humano. Y, sin embargo, poco a poco vamos acabando con ellos. Explico.
Antes de que entrara el nuevo milenio, se escribieron libros y canciones sobre lo que venía. En una reunión de amigos, yo comentaba que fui criado en un medio familiar y de amigos en el que se nos había inculcado que no llegaríamos al año 2000. Todo se veía más escabroso mientras pasaban los años. Cuando salió la película “Back to the future” (“De regreso al futuro”) en los años 80, el futuro se veía imponente. Ya pasamos el 21 de octubre de 2015, fecha en que Marty McFly iba de viaje al futuro. Y las cosas no son como se habían planteado en la película… pero hubiera preferido ese escenario al que estamos viviendo actualmente en el mundo en general y, en nuestro México, de manera particular.
Decía, entre esos libros que leí, me encontré algunos que hablaban de las enfermedades que vendrían en el nuevo siglo. La principal de ellas, era la depresión. Y con respecto de las creencias y valores, se hablaba de que vendrían nuevas formas de creencias y de espiritualidad.
Y si analizamos concienzudamente lo que nos está sucediendo, es precisamente lo mencionado. Sin generalizar, algunos padres y madres de familia ya no tienen rituales con sus hijas e hijos. En esta era digitalizada, el cuidado de los hijos se lo dejamos a una tablet, a una computadora o a un celular. Y eso nos aleja del amor. Nos hace encerrarnos en nuestro pequeño mundo en donde estamos conectados, sintiendo y viviendo en un mundo imaginario fuera de toda realidad. Estamos conectados, pero no estamos comunicados. Estamos completamente aislados.
Los rituales nos protegen del caos, nos dan vínculos, reducen el estrés, nos unen realmente a los nuestros. Los rituales afirman como es una familia. Cada familia puede y debe inventar sus propios rituales para sentirse y estar unidos.
Y en el espectro social, los rituales también son muy importantes porque nos unen y también nos diferencian por lo que hemos alcanzado a lograr. Disfrutamos la misma experiencia a partir de nuestras propias individualidades.
Rescatemos los rituales para poder acabar con este vacío existencial que cada día se manifiesta más en nuestras sociedades a través de la indolencia y la violencia que se ha desatado y que ha dejado consecuencias desastrosas, terribles y lamentables en nuestras comunidades, porque los rituales nos ayudan a recuperar la conciencia de estar vivos y contribuir a una mejor sociedad que nos llevará a lograr una cultura de paz.
Agradezco la oportunidad a nuestra casa editorial La Unión de Morelos. Esta columna está cumpliendo tres años de publicación. El primer artículo apareció el lunes 4 de septiembre de 2017. Gracias, gracias, gracias a todas y a todos quienes la leen cada semana. Para mí, el escribirla se ha convertido en un ritual de reflexión edificante para el corazón.