“La justicia no puede ser solo
para un lado, debe ser para ambos.”
Eleanor Roosevelt
Nuevamente, parecer ser que este tema ha sido muy controvertido. Toda esta semana he estado recibiendo muchos comentarios a favor y en contra, he tratado el tema en diferentes foros y, hace unos días sucedió algo terrible al padre de un amigo mío.
Permítanme pensar por dónde empiezo. Nuestra cultura ha sido educada en una justicia inspirada en la ley del talión. Ojo por ojo y diente por diente. Me hiciste algo horrible, y tienes que pagar de la misma o peor manera por los daños que me causaste. Justicia como sinónimo de venganza. El problema aquí es que no se debe medir a todos los causantes de un daño con la misma vara. Siempre existe una razón por la cuál se hizo lo que se hizo. Y como menciona el epígrafe de esta columna, debe haber justicia para ambas partes. Tanto para la persona que resultó víctima como la agresora.
Suena extraño. Pero la realidad es la contraria. Sólo se ve el lado de la víctima, pero nunca se ve el lado de la persona agresora. Y si analizamos este concepto de justicia/venganza (todo el peso de la ley), siempre los castigados, o penalizados, serán las clases más vulnerables, y, casi nunca los delincuentes llamados de cuello blanco, por ejemplo, siendo estos últimos los que dejan en mayor desgracia a aquellos, que posteriormente saldrán de la prisión con ganas de vengarse de la sociedad.
La venganza se entiende como “equilibrar la balanza”. Y es por esto que se asemeja al concepto de justicia. Sin embargo, la venganza persigue un objetivo injurioso, es decir, una respuesta a la ofensa, antes de perseguir un objetivo reparador.
Ya lo decía Epicuro, filósofo griego que vivió en tiempos antes de nuestra era: La justicia es la venganza del hombre social, como la venganza es la justicia del hombre salvaje. Y creo que sigue siendo así.
Para lograr una cultura de paz, debemos cambiar paradigmas. Hecho que resulta muy difícil porque no es fácil cambiar el chip de todo lo que nos han enseñado. Te invito querida lectora, estimado lector, a analizar estas nuevas formas, que no son tan nuevas, llamadas medios alternativos de solución de conflictos, conocidos como MASC.
Hay que pensar si existen otras formas de resolver los conflictos entre la parte agraviada y la ofensora. Obviamente, siempre ponderando si se trata de un hecho mediable. Porque hay hechos severos. Hechos terribles que pueden ser causados por alguien patológicamente enfermo. Pero si hablamos de esa palabra llamada “conflicto”, es un hecho que siempre será parte de la naturaleza humana. Parte hasta de los seres humanos más educados. Nadie piensa igual que el otro. Los antagonismos siempre van existir, pero la manera de enfocar el conflicto es lo que va a causar la diferencia para la solución del mismo.
Y para muestra, basta un ejemplo. Los invito a ver este video sobre la mediación escolar de la adolescente que agredió a otra chica en una escuela, caso que mencioné en mi artículo anterior a éste:
https://www.youtube.com/watch?v=o3c1DUvDTA4&list=PLQlMdHaDgIDTl0UZG5mdWt-oDbP9AORcY&index=6
Es muy probable que el paradigma de la justicia cambie al ver otro enfoque sobre cómo tratar el conflicto y las formas de repararlo.
La justicia penal tradicional etiqueta y trata todos los casos por igual, sin considerar las circunstancias personales de las partes y el por qué y cómo se produjo el delito. Detrás del delito hay personas que por circunstancias diversas pueden convertirse en víctimas o infractores, o ambas. La comisión de un delito afecta a las personas, a las relaciones entre los miembros de una comunidad determinada y rompe los lazos sociales del grupo, mientras que la justicia alternativa -como dice Virginia Domingo, una de las más importantes exponentes de la justicia alternativa en España- ofrece una respuesta constructiva y positiva, dando una oportunidad a las personas que quieren cambiar, de hacer las cosas bien y asumir su responsabilidad, devolviendo acciones buenas para compensar el daño y dolor causado. De esta forma, las víctimas verán aliviadas como su sufrimiento no será en vano, los familiares del infractor se sentirán orgullosos de la responsabilización madura y activa del delincuente y éste verá que puede ser mirado por lo bueno que haga desde ese momento en adelante y no “sentenciado” de por vida como delincuente, sin reinserción posible.
Vale la pena mirar desde otra perspectiva para lograr una cultura de paz en nuestras comunidades mediante los medios alternativos de solución de conflictos. Ojalá pronto, juntos, gobierno y sociedad pongamos manos a la obra.