Hemos dejado en claro que el conflicto, siendo parte de la naturaleza humana, siempre estará junto a nosotros de manera intrapersonal, interpersonal y/o grupal. Y por lo mismo, a nivel interpersonal y grupal nos enfrentaremos a diferentes tipos de conflictos, como los siguientes: familiares, escolares, laborales u organizacionales, comunitarios, y, en este último caso, también podremos encontrar conflictos entre las naciones. Por lo tanto, tenemos que aceptar que el conflicto es una realidad de la vida social. Y como es parte de la realidad, esto nos impele a desarrollar formas civilizadas, pacíficas y aceptables de resolución del mismo. Los conflictos, naturalmente, son consecuencia de la interacción humana, y obvio, a medida que esta interacción sea más compleja, habrá presencia de situaciones conflictivas. Y precisamente por eso, el desafío consiste en desarrollar instrumentos que se adecuen (o “adecúen”, también es una palabra aceptada. Lo digo para evitar un conflicto entre ustedes, lectoras y lectores de esta columna y quien esto escribe) para hacer frente a los conflictos de manera positiva.
Y como dice Gonzalo Serrano en el prólogo del libro “Gestión del conflicto, negociación y mediación”: “resulta relevante hacer… dos sugerencias. En primer lugar, prever el conflicto, reconocer las características del conflicto latente y abordar aquellos problemas de los cuales el conflicto es un síntoma. En segundo lugar, evitar la escalada del conflicto, que a la postre, hace mucho más difícil la resolución del mismo”.
Pero siendo realistas, nadie quiere prever el conflicto ni reconocer que ya se viene acercando. Comúnmente lo vamos dejando que escale hasta alturas insospechadas, y de repente, se nos viene la avalancha. Y cuando que estamos hasta el cuello, es en ese momento que ya queremos que acabe. No es un tema fácil, pero, sin embargo. Ahora ya sabemos estas dos propuestas. Habrá que ponerlas en práctica. Prever el conflicto y no dejar que escale.
Pero bueno, ya que tenemos el conflicto encima, ¿cómo podemos hacer para resolverlo? Ya mencionamos que hay varias formas, las más de ellas son solucionadas mediante la violencia, y otras, mediante la imposición del más fuerte sobre el más débil. Otras, ejerciendo una demanda o una denuncia para que se haga “justicia”.
Sin embargo, está clarísimo que cuando solicitamos la intervención de un juez, mediante una demanda, por ejemplo, éste toma una decisión mediante pruebas presentadas y al final decide quién “pierde” y quién “gana” la demanda. Esto, por tanto, hace que la parte ganadora se ufane y se llene su ego mostrando su “supremacía” mientras que el “perdedor” quede frustrado por no haber recibido “justicia”.
Hablando de mediación familiar, por ejemplo, aunque es similar en las otras modalidades de la mediación, la idea es trabajar bajo un esquema muy particular con varios principios, entre ellos: la flexibilidad, la informalidad, la voluntariedad, la confidencialidad, la equidad, la neutralidad y la imparcialidad entre otros.
Es flexible porque se trabaja de acuerdo a lo que determinen las partes involucradas; informal porque no hay un protocolo específico. Todo lo acuerdan las partes; es totalmente voluntario, de lo contrario, no puede haber mediación; confidencial, porque nada de lo que ahí se hable sale de la mediación; el mediador es una persona neutral y es imparcial porque no se inclinará a favor de una o de otra parte.
La mediación es un método de resolución de conflictos que puede ser extrajudicial, es decir, antes de que haya un juicio, y también puede ser intrajudicial, es decir, cuando ya haya un juicio de por medio, pero las partes decidan ir a mediación porque lo consideran mejor.
Una vez en la mediación, las partes involucradas deciden las reglas a seguir para la resolución del conflicto que los llevó a ella. El mediador es sólo un guía que va a acompañar a las partes en conflicto por el camino que los llevará a la mejor solución.
La mediación es un esquema ganar-ganar. No hay perdedores. Y lo mejor: la solución a la que lleguen tendrá un carácter de sentencia emitida por un juez. Es decir, si alguien no cumple, el juez puede hacer uso de sus facultades para que se cumpla el acuerdo.
Sin embargo, está comprobado que como son las partes las que llegaron a un acuerdo, es más probable que se cumpla el mismo, que una sentencia emitida por un juez cuando hay una demanda de por medio.
La mediación llegó para quedarse. Ahora sí, es cuestión de que quien tenga un conflicto existente considere cuál es la mejor forma de solucionarlo. Puede ser a través de una demanda o puede ser a través de la mediación. Yo elijo la mediación. Porque como dijo Confucio:
“Es posible conseguir algo tras tres horas de pelea, pero es seguro que lo conseguirás tras tres palabras impregnadas de afecto”.