"Debemos ordenar el caos.
Y no tengo duda de que el mejor
y más veloz método es implantar
la ley del pueblo en vez de la de la turba”.
Mahatma Gandhi
De acuerdo a la Real Academia de la Lengua, la palabra “linchar” significa: Ejecutar sin proceso y tumultuariamente a un sospechoso o a un reo. La definición es muy clara. Y perdón por la expresión, es la turba, la masa, la muchedumbre enardecida, la que enojada ejecuta a una o más personas sin que hayan comprobado el delito por el cual lo linchan. El procedimiento de ejecución elegido suele ser muy violento y con frecuencia precedido de torturas: apaleamiento, ahorcamiento y finaliza con la ejecución del o los sospechosos.
El linchamiento no es algo nuevo. Ha existido desde los inicios de la humanidad. Y si recordamos, en la biblia se cuenta el caso en que se apedreó a una mujer por ciertas actividades que iban en contra de la norma. Otro ejemplo es la quema de brujas en la época del oscurantismo, en ocasiones solo por ignorancia y de igual modo, una expresión para castigar a quienes atentaban contra la norma social.
El caso es que el linchamiento es una forma anárquica y absurda que, además, puede tener consecuencias aún más graves de las que ya tiene, al realizarlo en contra de personas inocentes como fue el caso de San Miguel Canoa en Puebla en el 68, cuando la gente, enardecida por las palabras del sacerdote, linchó a unos trabajadores de la Universidad de Puebla que iban de excursión, por temor a que llegaran “los comunistas”. O como sucedió más recientemente, y por “coincidencia”, también en Puebla, que lincharon a un hombre de 43 años junto a su sobrino de 22, a quienes los pobladores acusaron de secuestradores. Posteriormente se comprobó que los dos eran inocentes. Y había sido una mujer la que por medio de perifoneo incitó a la gente al linchamiento.
Por cierto, Puebla es el estado número uno en linchamientos a nivel nacional. Las ciudades de Puebla, Tehuacán y San Martín Texmelucan figuran como los municipios donde se ha registrado el mayor número de intentos de linchamientos en el estado, revela el Diagnóstico sobre linchamiento en Puebla 2012-2021, estudio financiado por el Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado. El documento señala que el “municipio de Puebla de Zaragoza es el primer lugar nacional en número de linchamientos con 369 episodios, seguido por Tehuacán con 67, San Martín Texmelucan con 62, Ecatepec con 42, Amozoc con 32, Oaxaca de Juárez con 30, entre otros”.
Existen varios estudios en los que se trata de justificar el linchamiento estableciendo como razones la inseguridad y la falta de estrategias de las autoridades para brindar auxilio inmediato. Se menciona que el sistema de justicia y las formas de seguridad pública son ineficientes desde hace décadas y que hay una desconfianza total en las autoridades.
Sin embargo, desde mi particular punto de vista, es importante trabajar en esquemas de educación para la ciudadanía, por la ciudadanía y desde la ciudadanía, para que esta forma de hacerse justicia tome una forma diferente, más civilizada y justa.
Lo que sucedió en Huitzilac el día 30 de septiembre, cuando lincharon a dos presuntos secuestradores frente a elementos de seguridad pública, demuestra la ignorancia y la bestialidad de algunas personas que mostrando sus instintos criminales quieren hacer justicia por propia mano ante la ineficiencia de las autoridades para responder de manera inmediata a los reclamos de la población. La gente que comete estos actos, al final se rebaja a la calidad de los presuntos criminales, convirtiéndose también en asesinos. Y peor cuando se trata de personas inocentes.
Es de fundamental importancia que nos preparemos y nos eduquemos en la cultura de paz, porque de lo contrario estaremos creando un caos de tal magnitud en el que un día nos enfrentaremos ciudadanos contra autoridades porque no confiamos en ellos. Y ellos, las autoridades, nos atacarán justificando sus acciones ante los hechos desastrosos que causamos los ciudadanos rompiendo la paz y la armonía que ya de por sí están en condiciones endebles y lastimosas en el inconsciente colectivo.
Estamos a tiempo, recobremos la paz que un día nos arrebataron. Pero no por medios violentos.