"Oficialmente comienzas a envejecer
cuando haces tu trámite para
obtener tu credencial del INAPAM.”
Primo Blass
Hace unos días inicié los trámites para la obtención de mi credencial del INAPAM. Ya soy oficialmente un adulto mayor. Oficialmente, también, ahora formo parte de uno de los múltiples grupos vulnerables, y es sobre esto que hoy quiero disertar.
Para empezar comento que, tratando de simplificar tiempos y movimientos, como es de esperar en estos tiempos cibernéticos en que vivimos, entré al sitio web del municipio de Jiutepec para hacer el trámite. Vi la información sobre los documentos que debía presentar y me apersoné en las oficinas del DIF. Desafortunadamente al llegar, me dijeron que no había credenciales y que no sabían cuándo llegarían. Regresé a casa refunfuñando, preguntándome si al gobierno municipal no le era posible tomarse la molestia (es un eufemismo, por supuesto, porque es su obligación) de poner un aviso en su sitio web donde informe a la población de esta situación, para prevenir al usuario de presentarse inútilmente y hacerle perder el tiempo. Ya me imagino a un adulto mayor enfermo y en silla de ruedas.
La persona que me atendió me dijo que podría hacer el trámite en Cuernavaca y que seguramente sería más rápido, así que regresé a casa, me metí a internet para obtener los requisitos y horarios para evitar cualquier inconveniente.
Busqué “adulto mayor Cuernavaca” y “credencial insen inapam” y así llegué a la “Casa del Adulto Mayor” http://cuernavaca.gob.mx/?p=2485
Vi los requisitos, y estos son: Identificación oficial: Original y copia, documento que compruebe la edad: Original y copia (¿será el acta de nacimiento? ¿No está esta información en mi credencial del INE?); comprobante de domicilio: Original y copia; 2 fotografías tamaño infantil (blanco y negro o a color. Y debajo de los requisitos se encuentra esta leyenda: Si cumples con estos requisitos se te entregará al momento tu Tarjeta INAPAM.
Como ya sé que las cosas y la información falla en este país surrealista en el que vivimos, busque otras opciones de información, porque si faltaba algún documento, ya estando presente, seguro me daba el tramafat, o ya de perdida me daba un “váguido”, y así llegué a http://cuernavaca.gob.mx/dmer/tramites-y-servicios/
Allí había varios cuadritos con diferentes leyendas. No encontré nada referente a los adultos mayores. Pero había un cuadro, el número 20, que decía “credenciales”. Aparecen varias opciones. Le di click en “expedición de credencial del inapam” y apareció la leyenda “descarga la guía de trámite”. Descargué dicha guía, y entre los documentos que solicitaban, encontré uno que no estaba en la primera lista: la CURP. Ya se imaginarán ustedes todo lo que yo me imaginé. Surrealismo y confusión total. Así que decidí agregar este último documento. “Por si las moscas”. ¡Ah! También tenía una dirección diferente a la anterior. Bueno, “así hay más opciones para los usuarios”, me dije a mí mismo, conformándome.
Fui a la Casa del Adulto Mayor, allá por la glorieta de Tlaltenango. Estacioné mi coche e inmediatamente vi a varios adultos mayores haciendo fila. Les pregunté si ahí se hacía el trámite. Me contestaron que estaban haciendo fila para un trámite federal. Me dirigí a los funcionarios, les pregunté si con ellos hacía el trámite y me contestaron que no. Pregunté dónde se hacía y su contestación fue negativa y que, además, no tenían idea de dónde se podría hacer. Estuve a punto de ir a la segunda dirección que había encontrado en internet, pero finalmente decidí preguntar en otras oficinas del parque. Me adentré en las instalaciones y a lo lejos vi un anuncio que decía “Casa del Adulto Mayor”. Respiré profundo, dando gracias a Dios de encontrar el lugar y de que no me hubiera dado un “váguido”. Me atendió una señora muy amable y me pidió mis documentos. Yo muy ufano estaba de que llevaba absolutamente todos los papeles que solicitaban en internet. Esperaba el momento en que iniciara las preguntas para pedirme uno a uno mis documentos, cuando de repente me dijo: “solamente necesito su copia de la credencial de INE y su CURP”…
¡Ahí estuve a punto de desfallecer! ¿Tanta cosa nomás para esos dos documentos? Me quedé callado. Ya no quise decir nada para evitar el conflicto. Me dije, “bueno, en unos momentos más tendré mi credencial que oficialmente me hace pertenecer a la tercera edad. Espera. Esto terminará pronto”. La señora, al ver que tenía la intención de esperarme, me dijo tranquilamente que ella me llamaría al cel cuando estuviera lista mi credencial. ¿Cómo? ¿Pues no que se entregaba la credencial al momento?
Pues no. Me tuve que regresar a casa y esperar, al siguiente día, la llamada para recoger mi credencial. No puedo continuar por falta de espacio, pero ahí no acabó la historia.
Sin embargo, lo importante de la anécdota es obvia. No necesito enfatizar nada si todo está vertido aquí. Lo cuento de manera divertida porque así soy yo. Trato de ver en la tragedia lo simpático. Lo divertido. Pero, ¿los gobiernos se ponen a pensar cómo conflictúan a los ciudadanos con tanta confusión en la información cuando se supone que todo sería más fácil en esta era digital en que vivimos? ¿Se imaginan que pasaría con una persona discapacitada?
Y eso pasa con muchos trámites que se realizan. Nuestra realidad se quedó atrás en avances comparado con otros países y se hizo más caótica con la pandemia. Ahora nos enfrentamos a un atraso en las tecnologías de la información. Es momento de hacer las cosas más expeditas, más simples. Más sencillas. Más accesibles.
Edward de Bono, en su libro “simplicidad” propone hacer la “tramitología” mucho más simple y afirma: “suele haber una forma más sencilla de hacer las cosas, si se realiza el esfuerzo de buscarla. La simplicidad no se da por sí sola”.