"Un pesimista ve la dificultad en cada oportunidad;
un optimista ve la oportunidad en cada dificultad.”
Winston Churchill
Dicen que en tiempos de crisis hay personas que se ponen a llorar y otras que se dedican a vender pañuelos. Esto es muy claro. La idea es que no debemos dejarnos llevar por el pesimismo aunque nos llene de miedo lo que esté sucediendo. Tenemos que luchar fuertemente contra nuestros temores y pensar de manera optimista y positiva. Saldremos adelante una vez más, tan simple porque esto también pasará. No hay mal que dure cien años. Por lo que ahora te lamentas y lloras, mañana sonreirás al recordarlo y, seguramente, te dirás: “Y yo que pensé que se me acababa el mundo”.
Sí. Me han pasado muchas cosas en la vida, como a cualquiera de ustedes. En estos momentos estoy convaleciendo por el covid, pero tengo fe que todo estará bien. Como saben los que han leído esta columna, mi madre y mi hijo, ahora mi hija y yo, hemos pasado no solamente por el covid, sino por otras muchas cosas, la inundación de la casa de ustedes el año pasado y demás etcéteras, que, estoy seguro, también han sufrido muchos de ustedes.
El punto es que debemos ser optimistas a pesar de todo lo que nos pasa. Decía Voltaire que “el optimismo es la locura de insistir en que todo está bien cuando somos desgraciados”. Y creo que debemos insistir en estar locos de optimismo. Que a pesar de todas las cosas malas que sucedan, siempre, siempre debemos tener la esperanza de que todo va a mejorar.
Varias lectoras y lectores de esta columna, no solamente de nuestro estado, sino de otros estados y hasta de otros países, comentan que cada noticia que leen demuestra como nuestro país está inmerso en un caos terrible. Ellos ven noticias tristes, lamentables, trágicas, noticias de cómo el narco penetra más en la sociedad y en la política, noticias sobre corrupción de algunos políticos y empresarios que hunden más a nuestro país, y, también me preguntan por qué no escribo sobre el tema. Mi respuesta es muy sencilla. Ya hay muchas personas que escriben sobre eso. Y la intención principal de esta columna, es dar alternativas para buscar vivir de una mejor manera enarbolando los principios de una cultura de paz que nos pueda beneficiar. No veo razón para seguir abonando al caos. Considero que debemos seguir buscando nuevas formas de enfrentarnos a la vida actual y los retos que nos presenta desde una perspectiva optimista y en búsqueda de la implementación de una cultura de paz.
Debemos aceptar nuestras limitaciones. Hay cosas que sabemos, y en las que podemos intervenir, pero hay otras que ni idea tenemos de cómo sobrellevarlas. Y por eso, cada vez que algo me llega y me desespera, recuerdo la plegaria de la serenidad, que seguramente, muchos de ustedes conocen: “Señor, concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar, valor para cambiar lo que soy capaz de cambiar y sabiduría para entender la diferencia”. No es fácil. Pero es mejor a empecinarse por algo que no puedes cambiar. Pero si hay posibilidades de abordar una situación determinada, mal haríamos en no hacer nada para cambiarlo.
Hay personas que han experimentado situaciones terribles en sus vidas y, que, a pesar de esas experiencias traumáticas, su capacidad de resiliencia los ha llevado a resurgir como el ave fénix de las cenizas.
A Viktor Frankl, autor de varios libros, entre ellos “el hombre en busca de sentido”, y quien fuera prisionero en la segunda guerra mundial por ser judío, en una entrevista le preguntaron sobre la diferencia entre las personas que son capaces de levantarse, superar los problemas de la vida y los que no. Su respuesta fue contundente y la comparto totalmente. Dijo que el factor esencial es la decisión. La libertad de elegir, la libertad de llegar a una decisión: “Me gustaría convertirme en esto o en aquello a pesar de las condiciones que parecen determinar totalmente mi comportamiento”.
Toda la razón desde mi particular punto de vista. Porque lo que comúnmente se hace, es que la gente adopta los comportamientos que se dan en la sociedad, sobre todo de quienes detentan el poder en cualquier ámbito, sin darse tiempo para pensar si eso está bien o mal. Si perjudican a otros para beneficiarse. Si pisan a los de abajo para subir.
Frankl sobrevivió porque le dio sentido a su vida a pesar del sufrimiento en los ghettos. Se dio cuenta que mucha gente estaba desahuciada. Sentían que ya nunca saldrían vivos de ahí. Perdieron la esperanza. Ya no le encontraban sentido a la vida. Sus padres, su esposa y muchos de sus amigos murieron en los campos de concentración. Él pudo sobrevivir.
Afortunadamente, y a pesar de lo que estamos viviendo debemos seguir teniendo esperanzas de que todo va a mejorar y debemos enfrentarnos a lo que estamos viviendo de una forma positiva. A pesar de la prisión seguimos siendo libres. Y esta prisión puede ser la pandemia, la falta de recursos económicos, el caos que vivimos, las enfermedades, la violencia que vivimos día a día, la carencia en todos los sentidos.
Comencemos por aceptar la libertad y la responsabilidad que tenemos para nosotros mismos de convertirnos en lo que queremos ser.
Es la manera de ver y enfocar las cosas. Abraham Lincoln lo dijo así: Nos podemos quejar porque los rosales tienen espinas o alegrarnos porque los espinos tienen rosas.
Y a mí me encantan las rosas a pesar de haberme espinado varias veces. Le dan color a mi vida.