"No sabemos lo que queremos y, aun así
somos responsables de lo que somos.”
Jean Paul Sartre
Daniel Goleman afirmaba, y sigue siendo una verdad vigente, que “el tiempo libre posibilita el florecimiento del espíritu creativo, mientras que las agendas demasiado estrictas, por el contrario, lo sofocan”. Siempre me pregunté qué sucedía con la gente con más poder económico, tanto en México como en el extranjero, pues veía, por ejemplo, en la secundaria y prepa, que había algunos amigos míos que llegaban manejando un coche y otros tomaban clases de karate o de piano, o de alguna otra cosa, que varios de nosotros no podíamos. Mi conclusión fue que era obvio que los que menos teníamos no podíamos darnos esos lujos porque los recursos eran escasos, y en muchos casos no había tiempo porque había que trabajar para poder mantenerse.
Esto, por supuesto, no es una queja, sino un hecho observable. Lo mismo me pasó en otros países. Veía como mucha gente sabía de canto, música, artes, deportes. Me cuestionaba por qué Estados Unidos producía tantas películas, por qué había tantos cantantes y diversos tipos de ritmos y géneros musicales. Y me di cuenta que había muchos más recursos económicos para generar interés y estudio en esas áreas.
Llegué a la conclusión, justamente, que una sociedad que vive en “la cuerda del hambre”, como llamó a su película Don Gustavo Alatriste en 1979, y que sigue siendo actual la problemática ahí expuesta, está tan ocupada en sobrevivir que, es pedir demasiado, que en darse tiempo para alimentar el espíritu.
Es de fundamental importancia que una sociedad digna, realmente tenga salarios justos, para que además de poder satisfacer sus necesidades básicas de manera digna, también pueda darse el tiempo de alimentar el espíritu.
Desafortunadamente nos falta mucho. Seguimos viviendo en esa “cuerda del hambre”. Algunos fuimos afortunados de salir del hoyo donde estábamos, pero hay otros muchos que no pueden. Y eso afecta al óptimo desarrollo de una persona a tener acceso a una vida digna. Y también, por eso, la autoestima de una persona tampoco se desarrolla de manera adecuada.
Son muchos los factores para el buen desarrollo de la inteligencia emocional. Asimismo, es importante entender, como decía la escritora Cristina Pacheco, que “aquí nos tocó vivir”. Y tenemos que desarrollar la capacidad de adaptación y la capacidad de resiliencia para salir adelante, porque al final, como dice el epígrafe que acompaña este artículo, somos responsables de lo que somos.
La vida no es fácil en un país como el nuestro, y menos cuando, conforme pasa el tiempo, se manifiestan nuevas formas de caos. Con esto quiero decir que, si ya teníamos bastante con las crisis económicas que hemos vivido por décadas, ahora vamos de mal en peor con la cultura de violencia que se va agrandando con el problema del narcotráfico, el acoso escolar y las adicciones que se han ido generando, entre otras cosas.
Tenemos que ser positivos, a pesar de lo malo que suceda. Y esta no es una visión absurda o facilona. Estoy consciente de las cosas malas que vivimos, pero tenemos que tener una visión a futuro. Sólo la esperanza nos da vida. Y lo que nos da esperanza es esa visión de que el futuro será mejor.
Te invito a desarrollar la inteligencia emocional, porque con su ayuda podremos desarrollar la capacidad para identificar y gestionar nuestras propias emociones y las emociones de los demás, y eso nos dará una mejor forma de llegar, a pesar de todo, a una cultura de paz.