"Cada generación se ríe de las viejas modas,
pero sigue rigurosamente las nuevas”.
Henry David Thoreau
Las nuevas generaciones siempre creen ser mejor que las generaciones anteriores. Y eso, en realidad puede resultar engañoso. Cada uno de nosotros, sin importar la generación de la que provenga, tiene una serie de herramientas para enfrentarse a su realidad. Y la efectividad de ellas depende de cómo, cuándo y dónde las haya aprendido.
Hago mención de esto por todo lo que vemos actualmente con la que llamamos generación de cristal. Se le ha criticado mucho por cómo ven y actúan los jóvenes de esta generación en este mundo que los rodea.
Pero veamos el inicio de la generación de cristal, que, además, como su nombre lo indica, ya lleva en el nombre el sinónimo de fragilidad. Estos jóvenes son hijos de la Generación X (los nacidos entre mediados de los 60 y principios de los 80); una generación a la que siempre se la ha considerado especialmente trabajadora y luchadora.
Como podemos observar, hay rasgos muy diferentes entre una y otra, de tal suerte que, dicen, la generación de cristal tiene las siguientes características: tienden a frustrarse fácilmente cuando las cosas no salen como ellos quieren, así como de no esforzarse lo suficiente en los estudios, trabajo y en la vida, en general; son sensibles a las críticas; se les acusa de ser inseguros y de no poder tomar decisiones; se considera que los jóvenes de esta generación tienen baja autoestima, son tristes, frágiles e inestables emocionalmente; son adictos a la tecnología; y, por último, por lo menos, nótese la ironía, hay algo bueno en ellos, se les atribuye una especial sensibilidad hacia los problemas de salud mental, una gran preocupación por las causas sociales y las injusticias, y un alto respeto hacia la diversidad. Podemos decir que, en definitiva, estamos ante una generación especialmente comprometida, fiel a sus principios y respetuosa.
En cuanto mi muy particular opinión, es obvio que existen ciertas características que definen a esta nueva generación, pero es igual con todas las generaciones de todos los tiempos, pues todas ellas tuvieron condiciones diferentes por la situación de la sociedad en el tiempo en que existieron.
Por ejemplo, las generaciones de la posguerra nacieron en el seno materno y muchos jóvenes vivieron la reconstrucción de sus países, la carencia, y hubo hijos que no conocieron la figura paterna por muerte en la guerra o por evasión o escape.
Los jóvenes de esta generación nacieron con ciertos fenómenos sociales que, obviamente han influido en su formación y carácter. Primero, son hijos de la generación X, es decir, personas que crecieron con carencias y con crianza autoritaria. Por tanto, estas condiciones han influido a la hora de educar a los hijos cayendo en un exceso de protección y han confundido la crianza respetuosa con la ausencia de límites. Criar con amor, respeto y empatía no significa no poner límites o estar criando hijos frágiles.
Los chicos de esta generación nacieron con todo este andamiaje cibernético: internet, redes sociales, un mundo virtual que no se parece en nada a las formas en las que vivimos nosotros. Por eso son chicos que pasan, cinco horas o más, frente a sus dispositivos móviles.
Y, por otra parte, se enfrentaron a la pandemia, esa que nos mantuvo en vilo cerca de dos años. Recuerden que el primer caso de covid-19 se detectó en México el 27 de febrero de 2020. El 30 de abril, 64 días después de este primer diagnóstico, el número de pacientes aumentó exponencialmente, alcanzando un total de 19.224 casos confirmados y 1.859 (9,67%).
Estos factores, y los que se han acumulado y acumulen, le dan a esta generación de cristal esas formas de comportamiento y de ver el mundo. Ellos no tienen la culpa de llegado al mundo con estas condiciones. Y si podemos hacer algo para revertir lo que está sucediendo actualmente. Lo primero es llegar a acuerdos para la manera de tratarlos. Los adultos debemos buscar un punto medio para equilibrar la balanza.
En febrero de este año, el Observatorio de la Juventud Iberoamericana de la Fundación SM realizó su segunda serie de encuestas flash titulada “Generación de Cristal. Más allá de la etiqueta”; para la cual entrevistaron, vía online, a mil 600 jóvenes de entre 15 y 29 años de España, México, Brasil y Chile. En estas encuestas hubo datos reveladores: respecto a sus mayores preocupaciones, 40% de las y los jóvenes en México temen incumplir las expectativas de entorno más cercano (familia, amigos o pareja) y sienten frustración por no llevar la vida que quieren; mientras que a 56% les cuesta vivir con la incertidumbre de a qué se van a dedicar en el futuro.
Este estudio nos tiene que poner a pensar a los gobernantes qué políticas públicas se tienen que actualizar o renovar, cuáles implementar de manera novedosa para que esta generación se sienta incluida y se pueda aprovechar al máximo para desarrollar una mejor sociedad.
Ahí están los datos. Ahora, pongamos manos a la obra para que nosotros como padres, madres y sociedad en general trabajemos estrategias para el mejor desarrollo de nuestros hijos.