"Gobierna tu casa y sabrás cuánto
cuesta la leña y el arroz; cría a tus hijos,
y sabrás cuánto debes a tus padres”.
Proverbio oriental
Entre que publico algunas cosas en mis redes sociales el fragmento de un poema que les escribí a mis hijos cuando eran pequeños y entre que recibo felicitaciones por el día del padre, no me puedo concentrar en nada. Menos en escribir este artículo cuyas ideas ya estaban en mi mente, pero son muchas interrupciones. Me desconcentro, caramba.
Hace unos meses leí un libro que, en mi opinión, tiene mucha razón. Se llama “el origen de todos los males. Madres y padres autoritarios” son cuentos, todos ellos, de diferentes autores que hablan, precisamente de las marcas que dejan los padres en sus hijos, y que, seguramente seguirán con esas cicatrices por toda la vida, a menos que se enfrenten y venzan a sus fantasmas para poder iniciar una vida mucho mejor que la que tuvieron. La compiladora de esos cuentos, que no son tan cuentos, es Bibiana Camacho.
De hecho, acabo de recordar otro libro muchísimo más fuerte y doloroso por las cicatrices que una madre deja a su hija, de tal suerte que ella, la hija, siendo ya mayor de edad, se sigue comportando como le fue enseñado y sigue con el sufrimiento. Dicho libro se llama “cuídame de ti” escrito por Mónica Salmón. Vale la pena leerlo.
Es fundamental el trato hacia los hijos. Dependiendo de cómo lo hagamos, ellos nos recordarán con cariño y afecto cuando nos vayamos, y, de hecho, se notará en el trato que nos den cuando lleguemos a esa edad en la que ya no podamos valernos por nosotros mismos.
Decía Pitágoras de Samos: “economizad las lágrimas de vuestros hijos a fin de que puedan regar con ellas vuestra tumba.” Considero que, de hacerse así, significará que las enseñanzas de los padres habrán valido la pena.
Ser padre no es nada fácil. Dicen que no hay escuelas para ello, que se aprende sobre la marcha. Y eso ha tenido como consecuencia que, así como fue tratada una persona por sus padres, de esa misma manera criará a sus hijos. Sin embargo, sí hay mucho material con el cual se puede aprender a ser padre. Sobre todo, en estos tiempos en que vivimos en los que estamos saturados de información en los medios sociales. Claro, habría que tener mucho cuidado con todos los sitios fake o con información malsana. Pero de que hay maneras, las hay.
Pero hay un tema que es importante tocar, y ése es, el trato que los padres de estos tiempos les dan a sus hijos. Tratan de protegerlos de todo, los complacen en todo, tanto que, obviamente exageran demasiado que los sobreprotegen. Les dan su tablet o su celular desde pequeños, aun cuando sabemos que no es edad para que hagan uso de esos artefactos.
Por ejemplo, en el caso del celular o tablet, los expertos dicen que un menor de edad podría tener su primer dispositivo entre los nueve y los trece años de edad.
Jessica Vargas, profesora de la Facultad de Medicina de la UNAM, asegura que el uso excesivo de pantallas está provocando que cientos de niños tengan estrabismo, es decir, una desviación de la línea visual normal de uno de los ojos, o de los dos, de forma que los ejes visuales no tienen la misma dirección, por lo que recomienda que los niños menores de seis años no usen dispositivos electrónicos, mientras que los que lo hagan tengan descansos cada dos horas.
Se dice que una buena edad para el uso de estos dispositivos por los niños, es a los trece años. Pero al final, son los padres quienes tendrán que tomar en cuenta las condiciones y la madurez de sus hijos.
Recuerden, padres de familia, que ya estamos lidiando con la generación de “cristal o de copos de nieve” como también se le llama. Esta generación está formada por todas las personas que nacieron entre 1995 y 2010. Estos chicos y chicas tienen actualmente entre trece y veintitantos años de edad, y se les considera como frágiles emocionalmente. El 64 % se siente molesto ante chistes o bromas que ridiculizan o discriminan (el 75 % en el caso de las mujeres) El 56 % reconoce que sus padres han sido demasiado protectores con ellos.
Los estudios y las estadísticas no mienten. Tenemos una tarea gigantesca como padres de familia para educar hijos con confianza en sí mismos y que sepan enfrentarse a la vida.
Por ello, nos tenemos que cuestionar los padres de familia si estamos haciendo bien nuestro rol de padres o nos dejamos llevar por nuestras tragedias y traumas, y les estamos haciendo mal a nuestros hijos conduciéndolos a un callejón sin salida en el que no podrán madurar como adultos de una manera adecuada.
Recuerda que tenemos una misión fundamental. Nosotros nos vamos a ir un día. Y yo no quiero dejar hijos que no puedan valerse por sí mismos.
Tenemos que ser verdaderos padres. Que no sea como dice Michael Levine: “tener hijos no lo convierte a uno en padre, del mismo modo en que tener un piano no lo vuelve a uno pianista.