"El lenguaje es la herramienta principal
de construcción de la realidad”.
Michel de Certau
En mediación decimos que no hay verdades absolutas. Cada una de las personas que son parte de un conflicto ve las cosas desde su perspectiva, por lo tanto, tenemos que realizar una escucha activa de las “verdades” de cada una de las partes en una sesión de mediación. Comprender cada una de las situaciones que han experimentado las partes es fundamental, para luego, buscar una solución que los beneficie a ambos.
Esto significa, que, como dijo Ramón de Campoamor: “en este mundo traidor nada es verdad, nada es mentira. Todo es según el color del cristal con que se mira”.
Esto, desde mi muy particular óptica, da como resultado que cada quien se va con su cada cual. Y por ello tenemos una dualidad, una ambivalencia, y muchas más “valencias”, que como nunca antes.
Y también, por esa razón, nos enfrentamos entre nosotros mismos. Tenemos preferencias por equipos de futbol, por artistas, por religiones, por modas, por ideologías, por partidos políticos, etc. Y cuando algo no va de acuerdo con nuestras preferencias, y dependiendo de la radicalidad con la que me maneje, puedo entrar en conflicto con el otro. Por eso es importante actuar con equilibrio y ecuanimidad para que así se pueda llegar a establecer acuerdos.
Si esta explicación es clara, y si aceptamos que cada uno tiene una óptica de la vida que tal vez no concuerde con la propia, eso, la diferencia, nos tiene que hacer entender que, para vivir en concordia y armonía, nos tenemos que poner de acuerdo y buscar el justo equilibrio.
Es tan difícil encontrar puntos de equilibrio porque como seres humanos buscamos siempre justificarnos para “tener razón”. Nos inventamos un cuento personal para ir por el mundo tratando de convencer a la gente de que tenemos la razón y que el mundo es como yo digo que es.
Si esto, lo del cuento que me cuento, es ya de por sí terrible por el posible enfrentamiento que podemos tener, ahora imagínense cuando desde el poder, y hablo de cualquier tipo de poder: la familia, la escuela, el trabajo, el gobierno, la pareja, entre otros; se da un discurso dominante para imponernos.
Es justo eso lo que nos está sucediendo ahora como sociedad. Cada una de las facciones o grupos que se pelean por el poder nos está tratando de convencer para llevarnos a su molino. Esto que escribo no tiene más intención de que nos detengamos a pensar por un momento. Hay voces que dicen por ahí que estas próximas elecciones son definitorias. Y esgrimen, cada grupo por su lado, “verdades” por las cuales debes estar de un lado o del otro.
Si es que hubiera una verdad, me atrevería a decir que necesitamos un país más justo, más equilibrado, más humano. Una sociedad en la que hubiera mejores empleos, más seguridad, mejor educación, mejores servicios de salud, una sociedad en la que cada uno de nosotros fuera feliz. Desde la niñez hasta el estado de adultez mayor.
Si no existe una sola verdad, invito a mis lectores a buscar una verdad que se acerque a lo que queremos lograr entre todos y luchemos por ello. Que los políticos entiendan que la idea no es enfrentarse, sino buscar coincidencias para vivir mejor. Para vivir en paz.
Michel de Certau, decía que la vida cotidiana funciona mediante un proceso de caza furtiva en el territorio de otros. Utilizando las reglas y los productos que ya existen en la cultura de una manera influenciada, pero nunca totalmente determinada, por esas reglas y productos. Vincula "estrategias" con instituciones y estructuras de poder que son los "productores", mientras que los individuos son "consumidores" o "cazadores furtivos", actuando de acuerdo con, o en contra, los entornos definidos por las estrategias utilizando "tácticas".
Yo coincido. Por eso es importante que dejemos de ser espectadores de lo que ocurre. Es hora de ser protagonistas. No nos dejemos convencer fácilmente. Miremos alrededor, y desde nuestra perspectiva convenzámonos de lo que realmente queremos.