"Siempre hay algo que uno puede hacer
para hacer del mundo un lugar mejor”.
Sir Nicholas Winton
El sábado pasado, hace tres días, tuve la fortuna de impartir una charla para el Grupo Morelos Cuauhnáhuac, Consejo Cívico Ciudadano y para el Grupo Identidad Morelos con el tema de “la magia de la resiliencia”. Y lo primero que quiero mencionar y agradecer es el cálido recibimiento que me obsequiaron todas las personalidades ahí presentes. El ambiente fue de camaradería, confianza y amistad total. Quedé gratamente sorprendido porque la mayoría de los miembros se conocen desde hace muchísimos años. Y en ese andar por la vida y por las comunidades de Cuernavaca y nuestro estado en general, han realizado acciones maravillosas en beneficio de la comunidad.
Esto me lleva a la siguiente reflexión: el simple y sencillo hecho de que la gente se reúna, primero, tal vez, con fines de amistad, puede hacer que los intereses comunes sobre las cuestiones sociales vaya surgiendo, y esa comunidad de amistad se transforme en una organización filantrópica para beneficio de la comunidad.
En esta conferencia percibí buena vibra y amistad incondicional entre los asistentes. Y, además de mi ponencia, también se realizó un homenaje-reconocimiento post-mortem al Dr. Virgilio García Rojas. Su familia estuvo presente para recibir dicho reconocimiento. Fueron momentos verdaderamente gratos y memorables.
Y las siguientes cavilaciones y reflexiones también llegaron a mi mente durante, entre y después de la conferencia: el mundo no es lo que era. Ser viejo en los años 70 era muy diferente a ser viejo, o, mejor dicho, adulto mayor, en nuestros tiempos. De hecho, los “viejos de hoy, o chavorrucos, como se les (se nos) llama, sentimos que todavía somos parte de la juventud. Todavía queda mucho por hacer. Es cuestión de encontrar una razón o más para vivir, como decía Viktor Frankl.
La vida actual es muy diferente gracias a los avances que se han dado en la tecnología. Esto ya lo mencioné en algunos otros de mis artículos. Hace muchos años recordábamos los números de teléfono de nuestros más cercanos. Ahora es muy difícil que alguien use la memoria, porque todo se encuentra almacenado en el teléfono celular. Antes, si tenía necesidad de comunicarme con alguien mientras andaba en la calle, buscaba un teléfono público para realizar la llamada. Y si un desconsiderado estaba pegado al teléfono, uno se ponía de mal humor, y hasta algún altercado podría haberse dado. De hecho, en esos tiempos se acuñó un dicho que rezaba lo siguiente: “los teléfonos se inventaron para acortar distancias. No para alargar conversaciones”. Apúrese, por favor.
La vida actual es más eficiente, más rápida… y también, desechable. Tal vez por esa inmediatez en la que vivimos.
Sí. Todo ha cambiado. Ha cambiado lo accesorio. Pero creo, como Fernando Savater, que “las cosas básicas de la vida, los sentimientos elementales, las ambiciones, los temores, se mantienen inalterables. Las costumbres, la sociedad y la moral han cambiado muchísimo, pero la soledad, la nostalgia, la compañía del amado…son sentimientos que conocemos perfectamente. Cambia la epidermis del mundo, pero debajo hay un núcleo que sigue vivo”.
Y en las cosas básicas de la vida es en donde debemos apoyarnos para entender nuestro actuar. Nuestro comportamiento en el mundo. Regreso a Savater que dice: “la ética se ocupa de las cosas que duran, que no se van del todo, que permanecen, de aquello que siglo tras siglo sigue siendo importante para los seres humanos… si me preguntasen cuál es ese fundamento y ese sentido diría que radica en la obligación de atender a los deberes que los seres humanos tenemos hacia el resto de los seres humanos”.
Todos viajamos en el tren de la vida. Es ahí donde nos vamos conociendo y cultivando amistades. Unos se bajan antes mientras otros nos siguen acompañando durante el viaje. Y es ahí que nosotros desarrollamos el trato que les damos. Y otros pasajeros suben en otra estación y hacen contacto con nosotros. Podemos convertirnos en amigos o podemos ser indiferentes. Si es así, seguramente buscarán otro vagón para continuar su camino. Es ahí, durante el viaje que nacen amistades duraderas, hasta que llegan a la estación en la que deben bajar. Y mientras sigamos en el viaje no podremos dejar de preguntarnos cómo debemos relacionarnos con los que nos acompañan en el viaje porque somos humanos gracias a que otros seres humanos nos dan humanidad y nosotros se la devolvemos a ellos.
Por esta razón, la ética es un tema que siempre es necesario retomar. La gente actualmente tiene formas de comportarse bastante extrañas. Pareciera ser que lo único que se quiere obtener es la autocomplacencia pasando por encima de los demás. Hay demasiada violencia y esta se justifica para el logro de fines personales.
Jean Paul Sartre, a este respecto dijo: “estamos condenados a la libertad. Es decir, somos libres, pero no disfrutamos de libertad para renunciar a la libertad”.
Retomemos la ética para volver al respeto y la concordia en nuestra diaria convivencia.