Aunque será limitada y en pocas escuelas, la experiencia del regreso a clases resulta excepcional, porque más allá de ser un intento por recuperar la normalidad de antes de la pandemia es un periodo de observación para reconocer de que forma el mundo cambió con la llegada del coronavirus.
Pese a la resistencia de quienes consideran que la emergencia ha pasado, las evidencias señalan que las medidas de protección sanitaria deberán prevalecer por lo menos lo que falta de este año, sino es que más, pese a la vacunación y a que se han reducido los contagios.
La enfermedad se ceba con los más débiles. Quienes tienen características que les impiden enfermar gravemente son, sin embargo, potenciales difusores de la enfermedad que puede acabar con la vida de familiares y amigos.
Así sea a cuentagotas, los decesos siguen y no son cifras: se trata de hombres y mujeres con una historia, con una familia y con un destino que se trunca de repente. Evitemos el dolor de provocar esas tragedias.