Aunque no se descarta que hayan sido vacunados en municipios diferentes a los que residen, los registros del proceso de inmunización contra el covid 19 señalan que en el rango de edad de 40 a 49 años la asistencia ha sido considerablemente menor a la esperada.
La programación de las dosis se realiza conforme a los datos de población del Inegi, que señala con bastante exactitud cuántos componen cada grupo de edad, por lo que la hipótesis de que hay desinterés por aplicarse la vacuna es muy fuerte.
Sin embargo, detrás del proceso nacional de vacunación hay una impresionante infraestructura financiera y humana que no debería desperdiciarse de ese modo.
Si bien es cierto que los encargados del proceso han encontrado siempre la manera de aprovechar las dosis no utilizadas por los beneficiarios directos, se requiere un doble esfuerzo.
Quienes tienen menos de 50 años son tan vulnerables como los que rebasan esa edad, por lo que no deberían correr un riesgo que puede ser mortal.
Vacunarse es una obligación moral, no solo para cuidar la propia salud sino para honrar a todos aquellos que murieron antes de que existiera una salida a la enfermedad.