Las desavenencias provocadas por el grupo de diputados que trató infructuosamente de apoderarse del control de las áreas del Congreso a las que no tienen derecho será más costoso de lo que ellos calcularon, no solo para los impulsores de la acción, sino para toda la sociedad morelense, que ve como el enorme presupuesto destinado al Poder Legislativo se consume sin ningún beneficio social y de manera descontrolada.
La única posibilidad de que se corrijan los desaciertos proviene del temor a las sanciones que les puede aplicar el Poder Judicial federal por el desacato a las cada vez más numerosas resoluciones de todo tipo.
Seguramente el temor a la destitución obrará el milagro, pero mientras ese momento llega la imagen de los diputados locales se degrada ante los ojos del electorado.