En el inicio formal de la intensa actividad proselitista que copará las calles y espacios audiovisuales y digitales en la atmósfera local, el clamor de la ciudadanía es poner en primer lugar al elector y su realidad.
La voracidad del actor político lo lleva a buscar su interés particular en los procesos comiciales y dibujar escenarios de fantasía en sus campañas.
Sin embargo, el ciudadano conoce el guion y los discursos no le representan interés.
La gente quiere respuestas y soluciones a los problemas que lastiman a las sociedades y que conocen bien los candidatos. El morelense ya no cae en el engaño. Exige de los políticos, propuestas.