Probablemente esa situación la vivan también regidores de otros municipios, pero no se ha hecho pública porque quizá no han sido notificados.
Sin embargo, esa obligación es personal y no podrán eludirla aunque dejen el cargo, con lo que al final hay un poco de justicia poética a favor de los ciudadanos.
Hasta antes de conocerse de esas multas, el de regidor era un cargo cómodo equivalente a una beca muy bien pagada durante tres años y sin casi obligaciones.
Los regidores se han burlado no sólo de los trabajadores municipales, sino de la ciudadanía, ante la que no ocultan la vida de comodidad de a que han disfrutado.
Sin embargo, ahora comienzan a aterrizar bruscamente de su sueño, al tener que asumir responsabilidades que se traducen en lo que más les duele: dinero.
Lo que han obtenido en los tres años de su encargo les permiten pagar esos 200 mil pesos, pero es obvio que se resistirán.
Sin embargo, en unos cuantos días no tendrán poder ni estructura legal de apoyo y serán otra vez ciudadanos comunes y corrientes, con más dinero, pero acosados por una realidad que en un trienio se negaron a ver.