Desafortunadamente vemos que en la entidad las instituciones encargadas de dotar a la población de esa tranquilidad no son respetadas por la delincuencia, que actúa lo mismo de día que de noche.
Esa falta de resultados se traduce en impunidad, pues cometer un delito -así sea de alto impacto- no tiene un costo, ya que el riesgo de ser castigado es bajísimo.
Ayer, una persona ampliamente apreciada en la sociedad de Cuernavaca por sus contribuciones sociales y su bonhomía perdió la vida. Por supuesto que no es el primero, pero desearíamos que fuera el último.
Todos los cuerpos policiacos, tanto los que previenen como los que persiguen los delitos, necesitan urgentemente dotarse de credibilidad e inspirar un respeto basado en su efectividad, para que eso disuada a la delincuencia y dejar de actuar con la libertad de que hoy disfruta.