Era una tarde de verano como muchas. Yo me encontraba haciendo mis labores cotidianas; cuidar a mis perros, salir a trabajar. Llevo una vida la verdad muy rutinaria. Jamás imaginé que esa tarde común y corriente, hasta aburrida… terminaría así.
Estaba cerca del horario de cierre de mi negocio, cuando una amiga me llamó y me hizo la invitación a tomar algo, un café, una copa, qué sé yo. Me pareció una buena idea salir de la cotidianidad y acepté. Nos vimos después de una hora en un lugar del centro. Empezamos a ponernos al día. No parábamos de hablar, cuando empezó a llover. No pasó ni media hora cuando lo que empezó como una lluvia normal se convirtió en una tormenta, literal. Llovía como pocas veces. Hacía muchísimo viento. El fuerte viento nos mojaba, estábamos escurriendo. Corrimos a refugiarnos adentro del local. Tuvieron que cerrar ventanas y más.
Cuando parecía que ya había bajado la furia de la tormenta. Decidimos pagar la cuenta y correr a nuestros autos que estaban guardados en un estacionamiento cercano. Para llegar al aparcamiento teníamos que cruzar una avenida súper transitada, para esto seguía lloviendo y haciendo viento. Nadie paraba para que nosotras pudiéramos cruzar al otro lado de la cera; y para colmo un autobús nos mojó cuando pasó un charco! teníamos agua sucia esta en las orejas. Cuando por fin logramos cruzar la calle el estacionamiento está cerrado o eso creíamos… vimos que el viento había entrecerrado la puerta. La abrimos cuando alguien nos gritó “míralas” las dos volteamos para ver quién nos gritaba, jamás lo hubiéramos hecho. En ese descuido, en ese segundo la puerta se regresó con tal fuerza que nos aventó casi al otro lado de la calle! Entre nuestro desconcierto logramos pararnos de una y correr a ponernos a salvo de los autos a la banqueta. Afortunadamente no nos pasó gran cosa. Sólo golpes y la humillación del momento, nada más.
Fuimos a nuestros autos y ya estando ahí nos miramos y nos empezamos a reír sin control. En menos de una hora vivimos una película de acción con sus toques de humor. Hubiera pagado porque alguien hubiera grabado todo lo anterior relatado.
Llegué a casa me bañé y me preparé un café; y empecé a escribir esto, porque esto se tiene que contar, me dije. Esta fue la cita más accidentada de mi vida. Fue una aventura ir por ese mojito, y hoy se los cuento afortunadamente sana y salva. Volviendo a revivir cada momento, muero de risa.
En un día rutinario terminé en el suelo y mojada; así las cosas…
Cuídense mucho!
#rietedetutragedia