¡Este tipo de hombre, amigas, ni de accesorio, a terapia es donde debe de ir!
Yo viví con intensidad con un mitómano. Lo que voy a relatar a continuación es de la vida real y contiene material altamente contaminante, se recomienda discreción…
“Soy licenciado en Relaciones Públicas. Vivo en Cuernavaca por cuestiones de trabajo, pero soy del DF, soy un triunfador”, es lo que alcance a escuchar en su presentación. Simpático, inteligente persistente… Y su insistencia fue lo que me llevo a permitirle entrar a mi vida. Aunque él mismo me enviaba señales muchas veces, yo fingía ceguera y seguí adelante con él. Mi mala costumbre de creer en la gente, caray. Bueno, sus señales eran claras, en el fondo era como si quisiera ser descubierto, ahora entiendo que le gustaba la adrenalina. Ejemplo, iba al Distrito Federal por cuestiones de trabajo y no regresa hasta después de la media noche, con pretextos como que había una manifestación. ¿O sea? A las 12 de la noche una manifestación… Bueno, este sólo fue el principio.
Me fui involucrando tanto con él, que cuando me di cuenta, ya estaba en vida de completo. Vivía prácticamente conmigo, administraba mi negocio y conducía mi auto.
Me propuso matrimonio en poco tiempo, lógico lo tenía todo conmigo. Fue en una cena en un restaurante donde me pidió matrimonio y donde me entregó un anillo de oro blanco con un brillante de tamaño aceptable, lo único es que me quedó grande. Yo mujer al fin y al cabo dije sí, hasta llegué a pensar que había sacado la lotería. No sabía lo que venía…
Después de tan memorable acontecimiento, al pasar tan solo unas semanas me pidió “mi” anillo para mandarlo a ajustar. Se lo di. Pasaron semanas y le pregunté por “mi” anillo, a lo que me contestó: “ahora que vaya al DF, amor, pasó por él”. Y así fue, en su siguiente ida al Distrito Federal trajo mi anillo de vuelta, pero… del mismo tamaño. ¡Cómo? Disque no se pudo hacer nada y así me lo quedé.
Llegó el día, me casé. Su familia no se presentó porque disque andaban de viaje, para lo que me importó, lo que quería era casarme con el hombre inteligente que era él.
Para la luna de miel me pidió un préstamo, pretextando que le debían un dinero, pero que se lo pagarían a nuestro regreso, acepté. Regresamos de la luna de miel y el dinero nunca se lo pagaron, invento, miles de pretextos.
Lo que voy a relatar a continuación no tiene nombre y si lo tiene, no lo quiero decir.
Una tarde cualquiera suena mi celular, era la voz de una mujer joven que me decía que era esposa de Jorge, yo con cara de ¿what? Concretamos una cita para aclarar tan embarazosa situación. ¿Qué si puse sobre aviso a este “recanijo”? sí, error, o no lo hice. Él como todo un hombrecito desapareció por días.
Llegué a la cita preparada para lo peor. Bueno, pues Gabriela, así se llama, me dio “pelos y señas” de su boda que se efectuó en Cuernavaca y en su jardín, hermoso por cierto. Y me comprobó marcando a la casa de Jorge que ahí la conocían y que era su esposa. Cuando moví mi mano, vio “mi” anillo y me dijo: “¡Ese anillo es mío! Jorge me lo pidió para mandarlo a limpiar”. ¿Ya le encontraron un nombre a esto? Se lo devolví, para qué querría yo un anillo que no fue comprado pensando en mí, ¿para qué?
Desecha regrese a casa. Después de varios días este mitómano me dio la cara y me pidió, me rogó que fuéramos al DF a que sus padres desmintieran a Gabriela, aún cuando yo ya había escuchado su conversación con sus padres, donde la trataron como la esposa de Jorge. Lo hice. Primero me asombró la sencillez de sus padres y la humildad de su vivienda y me sorprendió porque él se manejó todo el tiempo como una persona de dinero, bueno como hablaba de su nana y su única vez en Francia. Bueno, el tema es que sus padres lo negaron todo, hasta la llamada que les hizo Gabriela ese día. Argumentaron que Gabriela era mujer problemática y vengativa y que como Jorge la dejó, pues fue manera de vengarse.
Poner a mentir a sus padres, creo que no tiene perdón de Dios. ¿Cómo lo consiguió? Es el rey de la mentira, les dijo que mi familia era muy poderosa y que si yo me enojaba, podría hasta matarlo OMG. Este hombre no merece vivir, verdad de Dios. Pobres señores.
Señores y señoras esto no es un programa de Rocío Sánchez Azuara, pero sí un caso de la vida real… Tontamente le di otra oportunidad y fuimos a terapia de pareja y terapia individual. Las cosas no mejoraban y yo no no le creía ni la hora. Cierto afortunado día me encontré a nuestro terapista en un restaurante. Se me acercó y me dijo: “Laura, ahora que te veo fuera del consultorio, te quiero decir algo, corre, salte de esa relación, te va a destruir, Jorge trae una personalidad peligrosa para cualquier persona. En plan de amigos, te digo corre”.
Bendito Dios, le hice caso, pero como estocada final me dio una sorpresita más. Lo descubrimos robando. Tomando dinero de la caja del negocio. Atención, me robó las llaves del negocio y sacó duplicado. Con razón siempre me hacía falta dinero. Ya lo había dejado y él seguía entrando a mi negocio, hasta que mi hermana lo descubrió. ¿Qué hizo? Huir como era su costumbre… Siento pena ajena, se los juro.
El tema es que el hombre mentiroso nunca, nunca cambia y si cambia, nada, lo hace de estrategia. Viven en el ácido, en la adrenalina, les gusta jugar al peligro… Pero que no frieguen, se la llevan a una al baile… En fin, reconozco mi parte de culpa, creer en que la gente es buena y que puede cambiar… Error, nadie cambia, el cambio lo hace uno…