Y como ahora prefiero dormir que pararme a correr como lo hacía anteriormente, pensé en esas mujeres que sin hacer ejercicio se conservan muy bien, ¡sí, sí las hay, ya sé!, ¡qué envidia! Ellas recurren a los masajes, cremas, etcétera, y el ejercicio lo dejan así como muy lejos de su vida. Entonces me fui en busca de la crema que acaba con los rollos y la celulitis en tan sólo semanas y sólo la tienes que aplicar con un masaje energético. Huele horrible... Así que tiene que ser buena, pensé.
“No importa el precio señorita”, le dije a la dependienta, ¡me la llevo! Llegue a casa súper contenta y con ganas de que la cremita me cambiara la vida. Se acabó el tarrito de crema y con la novedad de que yo seguía igualita. Entonces pensé, calma, no supiste querida Laura darte el masaje energéticamente, entonces me fui al spa y pagué un súper paquete: facial, masaje linfático, aplicación de hielo y una meditación, pagué el paquete. La verdad me sentía como una verdadera reina ¡qué rico el trato de la spa! Agüita con clorofila, frutita, frutos secos, ensaladas verdes con muchos germinados que son buenísimos para bajar de peso, pero eso sólo en teoría porque yo no bajé ni medio gramo y mi celulitis igualita también. Por lo que le di una oportunidad más al spa, pagué unos masajitos más.
Lo del masaje con hielo no saben qué frío ¡brrrr…! Y quedas toda oscura porque le ponen chocolate café y no sé cuánta cosa más. Esta experiencia a pesar de que no cumplió con su promesa me gustó, pero decidí probar el oxígeno, me decían que además de que adelgazas rejuveneces, no pues de aquí soy pensé. Y allá voy, llena de ilusiones y dispuesta a conquistar el mundo, me fui con todo ¡hasta me hicieron el lavado ese por el colon! Ja, ja, ja… ¿me creyeron? No, ese no lo tomé, aunque dicen que tiene grandes beneficios para la salud, decidí que quedarme con la duda por el momento.
Debo reconocer que me sentí muy bien y quizá mi piel quedó más brillante, más humectada, pero de peso nada que baje. Devastada, compré en el celular un paquete de filtros que te hacen ver sensacional y puedes afinar cualquier parte de tu cuerpo. Los filtros son buenísimos; está el efecto viejo, el efecto princesa, el efecto blanco y negro, muy bien los filtros pero en la vida real no me puedo poner filtros para verme mejor, así que para las selfies está muy padre ¡pero hasta ahí!
Entonces leí en una revista la dieta del atún y la de los jugos. La de atún se veía fácil pero era de una semana y la de los jugos sólo es de tres días y según bajabas de entre tres y cuatro kilos. Así que me fui a comprar mis espinacas, acelgas y berros. Mientras preparaba mi primer jugo del día me visualicé en mi bikini ¡yea!
El primer día me sentí muy bien, muy ligera. El segundo ya me daba flojera hacerme los jugos. El tercero ya tenía escaldada la lengua de tanto limón en los jugos. "Sin novedad mi jefe", tres días de tortura bebiendo puro verde y no bajé ni un gramo, ¡soy muy resistente!
No pasó ni una semana cuando en una reunión de amigas me enteré de una raíz, no les puedo decir el nombre porque no lo sé, la persona que nos lo contó tampoco lo sabía. Resulta que te tienes que tomar el té de esta raíz y te quita el hambre y quema grasa. Estaba a punto de decir "yo quiero" (era lo que había estado buscando y lo que se ajustaba a mis necesidades), cuando escuché lo siguiente. Resulta que sí bajas de peso, pero hay un alarmante pero, bajas porque efectivamente se te va el hambre porque es como si te estuvieras auto envenenado. ¡Una prima de mi amiga al hospital fue a dar, estuvo a nada de morir!
¡Toing! Me cayó el veinte. No estuvo nada bien andarme poniendo a dieta sin supervisión médica, afortunadamente no me pasó nada más que el molestar de mi lengua. Que si estoy pasadita de peso es porque sé del buen vivir, que el que me quiera me debe de querer tal como soy, con lo que hay. Que la fórmula comer sano y hacer ejercicio nunca pasarán de moda. ¡Pero más importante que todo eso, es aceptarme y quererme yo misma antes que nadie!
Hasta la próxima.