Es una lucha en mi cabeza de pensamientos, no quiero morir joven pero tampoco quiero llegar a vieja. ¡Una locura!
Me asusta verme al espejo arrugada y canosa, eso sí bien maquillada y bien peinada, antes diva que sencilla, pero finalmente ya mayor. ¡Snif, snif!
Se lo pregunto a mi terapeuta. “Es un miedo se puede decir natural y nato”, me contesta, todos quisiéramos vernos jóvenes y guapos por siempre… ¡Forever young!
Yo pienso que nos da miedo envejecer porque nuestras actividades se merman, se nos van los deseos sexuales, las ganas de hacer cosas nuevas, relacionamos vejez con una persona gruñona, algunos piensan que la gente mayor es un estorbo y una carga.
La mayoría de estas cosas mencionadas anteriormente ¡son mentiras! Pero cuando ya vas al camino de la vejez como cuesta aceptarlas.
Tengo la fortuna de tener aún conmigo a mi madre y ella está llena de energía y llena de proyectos, sigue activa y sigue pensando como producir… También tengo la gran suerte de tener amigas de todas la edades, desde niñas de 8 años, hasta mujeres que me llevan 30 años y éstas siguen soñando con el amor y claro que se sienten deseadas y desean también. Es decir son personas, mujeres en este caso plenas y los años les vienen ¡guangos!
Obvio, físicamente vas perdiendo cosas pero lo compensan con experiencia.
Para mi madre, una mujer hermosa por donde la vean, es decir por dentro y por fuera pero vanidosa, como yo comprenderé, aceptar sus arrugas y sus canas (recuerdan cuando descubrí mis primeras canas, ¡horror me quería morir, no quería salir de casa!) le fue duro, que digo duro, durísimo, pero ahora ahí va por la calle todavía levantando suspiros.
No es fácil llegar a viejo, pero hay que asumirlo y valorar la invaluable riqueza espiritual que tiene esta avanzada etapa de la vida.
Definitivamente el reloj no lo puedo parar, pero cómo hago para aceptar lo irremediable… Me pongo a pensar y hago un recorrido a mi vida… Primero me doy cuenta de que estoy viva… voy de gane, después reviso todas mis etapas y todas mis experiencias, unas buenas, otras no tanto. Lloré por decepción, reí como niña, amé y llegué casi a la locura por ello y ¡lo volvería a hacer! he cumplido la mayoría de mis sueños. En fin, creo que he vivido libremente…
Aceptar la vejez es un proceso interno, la clave para enfrentarlo es haber vivido y no saltado ninguna etapa previa, como la niñez o juventud. Es como cuando dices cada cana, cada arruga, es una risa, es un llanto, es una experiencia, todo bien vivido; se me acaba de ocurrir en mi lapida me gustaría que dijera “Lo bailado nadie me lo quita”.
Si una adulta, en este caso me cito yo, por mi miedo a envejecer, me obsesiono con etapas pasadas, nunca podré entrar a la vejez de una forma natural y me frustraré.
Entonces vuelvo con mi terapeuta y le pregunto ¿cómo acepto este proceso?, porque no hay de otra, me dice. ¡Snif, snif! No puede ser más dulce. “Bueno, ok, ok, ok, debes de aceptar y adecuarte a las disminuciones físicas, saber compensar pérdidas con ganancias.
Encontrar todos los medios en el presente para recuperar y reorganizar la autoestima”.
No estancarse en el pasado con una visión nostálgica. El pasado y futuro, recuerden, no nos dejan ser feliz, vivir el presente que es nuestro regalo.
Aprender a cambiar el ritmo, el de un adulto no es el mismo de un viejo, awwww… mis clases intensas de baile… Bueno ya bailaré danzón, ¡ya qué!
En resumen, es tener una muy buena actitud para enfrentar la vejez es aprender a perder, pero esperen no hay que cortarse las venas, porque también se gana en otras cosas. Al pasar de una etapa a otra es inevitable perder, como en este caso la potencia física o altos niveles de productividad, pero en recompensa la vejez otorga virtudes tan preciadas como sabiduría y amplitud de mirada.
Son necesarias una actitud comprometida con la vida, procurar la calidad de vida permaneciendo activos física y mentalmente, a partir de hoy muchos ¡sudokus! Quienes vamos camino a la vejez debemos estar dispuestas y no cerrarnos a este cambio de vida. ¡Auch!
Llegó el momento de ya no hacerle al tonto y entrarle a lo espiritual en serio, maestro Erick juro que está loca con conciencia ya va para donde le llama el crecimiento.
Eso es la vida: nacer, crecer y morir… y en este camino andamos todos, así que no hay que preocuparse tanto por lo que viene sino vivir intensamente el presente. Ya el bastón se encargará de recordarme mi presente y cuando esto suceda, seguro encontraré la forma de sonreír y ser feliz…
¡Hasta la próxima!