La verdad éste no ha sido mi mejor año, he tenido mejores, pero bueno. A pesar de ello aquí ando, viviendo en estado positivo y en la sintonía del amor. Y ya ustedes saben que mi fuerte no es el AMOR, decepción tras decepción… pero yo volviéndome más fuerte. Ya ustedes recuerdan ese súper don especial que poseo, el de escoger entre mil hombres al que más daño me pueda causar. Ya sé! llevó años en terapia y ni así he podido manejar este karma o como lo quieran llamar.
En fin, que conozco a un ejemplar de esos que quitan el aliento: alto, fuerte, apiñonado, profesionista, súper mega varonil… TESTOSTERONA pura.
Me apliqué y dije éste ¡sí! En resumen me encantó! Y me fui como hilo de media con él.
Llegó a mi vida este bello ejemplar masculino como llegan todos últimamente, por una solicitud de amistad de Facebook. Era conocido de una conocida y así ya saben se hace la red social. La acepté a pesar de mi regla de no aceptar desconocidos… pero se veía wowwww en esa foto de perfil y juro que no tenía ni filtros ni photoshop!
Hubo química cañón, onda mariposas en el estómago y así.
Las cosas se fueron dando poco a poco, aunque yo quería apresurar las cosas, pero mantuve la calma y dejé que fluyera. Ya saben mensajitos de whats, etiquetas en face, llamadas a medio noche uffff! Reconozco que me colocó al fondo del hoyo, yo estaba ya perdidamente enamorada de él.
Hasta que un día, sonó mi iphone, pero esta vez yo sabía que no era una llamada normal para saludar, intuí que era la llamada! la llamada donde por fin me diría vamos a cenar, vamos por un café… llevaba meses esperando esa cita! Nunca había sentido tanta adrenalina NUNCA!
Cuando oí su voz me encendí, ¡QUÉ BÁRBARO! su voz no era la de otros días, era súper sensual muy, muy, hot. Me habló tan seguro, sabía que le diría SÍ a cualquier cosa que me pidiera, me desarmé ante él.
El día de la tan anhelada cita llegó y me produje como nunca, un outfit de infarto, la ocasión lo ameritaba.
Llegó por mí a mi casa, obvio. “Hola”, me dijo con una sonrisa que iluminó la noche, pero cuando se acercó a besarme la mejilla, casi me da un infarto y mi quijada en el suelo cuando revisé su atuendo OMG.
Su auto impecable y la música de fondo me hicieron sentir que estaba en una peli de amor de esas súper rosas.
Ante tanta testosterona lógicamente la mujer fatal que llevaba tanto tiempo dormida ¡despertó! y le planté el beso en la comisura de sus perfectos labios.
Él todo un caballero, súper planchado, perfumado, me abrió la puerta, me preguntó si la temperatura del auto era la adecuada para mí… maneja pero al mismo tiempo me dedicaba las mejores sonrisas de su repertorio y acariciaba mi mano.
Reafirme que estaba en el hoyo donde ya anteriormente me había lanzado este varonil hombre.
En el camino al restaurante me vi enfundada en bello vestido blanco, SÍ mi boda con él, y esta era a la orilla del mar, él bello también, vestido de blanco y esperándome con esa sonrisa que ilumina hasta el cielo mas nublado, y les juro que jamás he tenido la ilusión de casarme por la iglesia, yo decía qué flojera, pero con este hombre llegué hasta la maternidad en mi delicioso sueño.
Llegamos a un elegante restaurante y nos sentamos en la mesa más privada. Empezamos a charlar… la plática fluyó muy bien gracias también a esa botella de vino espumoso.
Todo iba de película de Hollywood hasta que mi bocota habló de más… no sé en qué momento hablé de mi ex marido, mal, mal, mal… entonces él me preguntó curioso el nombre de éste, yo bueno se lo di. De inmediato noté su rostro desencajado.
Con una voz que aun no reconozco me dijo: “conozco a tu marido” yo me apresuré y le aclaré ¡EX marido! a la vez que él completó la frase: “es mi amigo”. UPS! otra botella de vino por favoooor!
Todo lo que había construido en meses se vino abajo, MI BODA de ensueño, TODO con tan sólo mencionar un nombre, un simple nombre!
El apuesto hombre entró en un conflicto de sentimientos del cual no quiso salir, optó por terminar lo que ni siquiera había iniciado entre nosotros por seguir su amistad con su amigo.
Le reconozco su lealtad a su código de amistad. Quedé la verdad mal, no lo podía creer, ¿cómo?, ¿por qué a mí?
Ahora que ha pasado el tiempo me doy cuenta que en la vida no hay principios ni finales; simplemente hay sucesos felices o infelices. El destino me jugó una mala pasada y desde entonces traigo en la cabeza esa canción que seguro conocen y que dice: “la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”.
Hasta la próxima.