Los partiditos ni sudan ni se acongojan, pues mientras sus hermanos mayores sufren, ellos cosechan las mieles de las plurinominales, que son bastante sustanciosas, pues tienen mucha carne y poco hueso.
Las asociaciones políticas que se crearon para dar más participación política a los ciudadanos -pero que en los hechos estaban y están bajo el control de los partidos- no han servido para mayor cosa y los espacios en la arena pública siguen acaparado sor los de siempre.
Eso comienza a crear un exceso de presión.
Los ciudadanos con legítimas aspiraciones políticas están acotados si carecen de amigos dentro de los partidos o de dinero para comprar una candidatura.
Los ciudadanos que están cansados de la injusticia y los excesos de quienes gobiernan tampoco tienen una salida a su frustración.
La demagogia, esa forma de vivir que antes era exclusiva del priismo, hoy es parte fundamental del arsenal de los políticos panistas y perredistas. El problema es que los ciudadanos ya no se le creen, pues ha dejado de funcionar.
Y vaya que eso es, a corto plazo, un gran problema.