Ya había visto algunos ejemplos de la forma en la que cuidan su inversión quienes ofrecieron dinero "fácil" por el que al final se pagan intereses leoninos. Llamadas telefónicas amenazantes al domicilio del cliente, luego a su trabajo y a sus familiares y exigencia de pagos de intereses sobre intereses que convierten una deuda personal contratada para cubrir una emergencia en una pesada carga vitalicia.
Pero de la persona que les hablo, que ya disponía de gran parte de su salario para cubrir sus compromisos, su experiencia fue de lo más aterradora, porque la empresa acreedora le colocó vigilancia en su casa durante la mañana y la tarde.
Cuando salía a trabajar tenía que intercambiar palabras con los enviados -siempre más de uno- al igual que al regreso a su hogar.
Su mal manejo de la deuda le colocó en una situación insostenible que llevaron a los cobradores a subir el tono del acoso, al grado de que ahora le gritaban cuando abandonaba su domicilio o regresaba a él, con la única intención de exhibirlo frente a los vecinos.
Esta persona no pudo más y con mucho esfuerzo preparó su huída. Un día ya no regresó y hoy sus acreedores lo buscan de forma enloquecida pero él puso miles de kilómetros de separación. Se fue de ilegal.
Abandonó sus muebles, su ropa, todo aquello que fuera necesario para no dar pistas sobre sus intenciones.
Se supone que esas técnicas extremas de cobranza están prohibidas, pero sólo es un supuesto.
No conocía una historia tan extrema, pero seguro hay muchas más. Todas reales en exceso.
Pobre de mi país.