Y es que a él le pasó. Aunque finalmente lo único que ocurrió en Egipto fue un cambio de mando y no una revolución, ya que Mubarak, su dictador en turno, dejó el cargo pero la estructura de gobierno quedó tal cual y en manos de otros militares.
Pero si no hubiera sido así, el embajador citado se habría quedado agarrado de la brocha, a la espera de que las cosas en su país se clarificaran, luego de casi tres semanas de protestas de una población mayoritariamente joven que reclamaba, además de mejoras económicas, democracia, participación política y libertad de expresión.
A la distancia podemos ver en éste ejemplo que los mexicano tenemos y no valoramos cosas por las que matarían en otros países. Y para colmo, los derechos que no se ejercen se defienden se pierden, como nos demostró el PAN en Morelos cuando se las ingenió para penalizar el aborto en todas sus formas, pese a que la interrupción del embarazo por cuestiones médicas (el llamado aborto terapeútico) era una conquista de las mujeres que ya tenía varias décadas en vigor.
Y volvemos a Egipto: nuestros políticos locales viven con la falsa creencia de que la población que votó por ellos tiene la obligación de aguantarles todos sus excesos y su falta de resultados y la escasez de talento entre esas filas.
Actúan en consecuencia y por eso nos han llevado al desastre financiero, pués para robar más de lo que les tocaba administrar han tramitado enormes deudas que deberemos pagar los gobernados por más de un lustro, si bien nos va.
Javier Orihuela, el ex alcalde de Temixco que encontró un terrible desastre pero que al final dejó las cosas espantosamente peor, no tiene pena en salir a la calle y participar en actos públicos, seguro de que no será molestado por sus excesos.
Por lo menos Sergio Valdespín Pérez, Víctor Salinas Márquez, Gustavo Rebolledo y sabrá diós cuántos más figuran en la misma lista de “hosnis mubaraks” en chiquito, que casi se creyeron divinos mientras estaban en el cargo y que hoy piensan que los ciudadanos por lo menos deberían besarles los pies.
Pero ojalá ellos y muchos le pregunten al embajador egipcio lo que se siente cuando llega la realidad.