Lo que acaba de ocurrir lo habíamos anticipado desde hace buen tiempo en esta columna. Por supuesto, el PAN no tiene la culpa porque la medida aplicada está en sus genes y nunca lo ha ocultado. No pueden decirse engañados quienes le dieron su voto a Felipe Calderón Hinojosa, pues ya sabían de que pie cojea.
Ese partido es enemigo declarado de Benito Juárez y de la educación pública como ayer lo pusieron de manifiesto.
Pero eso no quiere decir que nos quedemos cruzados de brazos ante la maniobra doble: por un lado este año han bajado el presupuesto para la enseñanza oficial en todos los niveles mientras le dan un impulso a la educación privada y, sobre todo, la hacen mejor negocio.
Quienes en teoría representan nuestra voz en las instituciones ni saben que existimos, pero como que ya va siendo hora de establecer contacto con nuestros diputados, tanto federales como locales, para decirles -primero- que piensen en nosotros y, en segundo lugar que se acuerden de que están allí para hacer una labor y que no les haría nada mal defender el patrimonio que nosotros y otras generaciones construimos por años y que hoy se lo quieren acabar.