Sometido como niño a su madre a los designios de su protectora Elba Esther Gordillo, Lujambio ha puesto la educción pública en manos de la red de corrupción de quien le dio la chamba, al tiempo que se esmera en aplicar los criterios ideológicos que piensa le darán en 2012 todo el poder.
El PAN siempre ha buscado la privatización de la enseñanza (acaba de dar el paso más firme hace apena unos días) y el secretario al que hacemos referencia, con su indiferencia, su falta de criterio y su nula perspectiva histórica ha puesto en bandeja de plata la preparación de los mexicanos, porque considera que el fin justifica los medios.
El problema es que hay dos cosas en juego: por un lado, su futuro político, que -pase lo que pase- sólo lo marcará a él, su familia y amigos.
Pero también está de por medio el futuro del país, que a muy pocos parece importarle, pese a que eso atañe a usted, a mi y a todos los 112 y pico de millones de habitantes de esta -a pesar de todo- gran nación.
La guerra contra el narcotráfico ha creado profundas fisuras sociales, por su mala planeación. La violencia acapara la atención general y deja atrás cosas tan importantes como la que la enseñanza, la calidad de los servicios sanitarios y tantos índices de desarrollo más.
Para colmo, el gobierno ha alterado los sistema de medición del progreso, por lo que ya no son confiables y eso dificulta más la navegación.
Mientras, el secretario de Educación Pública -el multicitado Alonso Lujambio- sólo tiene tiempo para decir que el PAN ganará la presidencia de la república en 20012. Hasta parece amenaza.