Y latoso como él solo. Pero creo que la llegada de la mascota (nadarás no le diga que le he denominado así, por favor) se justifica: sí Elba Esther Gordillo Morales se atreve a irrumpir en la vida de los demás, en horarios laborales, hasta hacer que el mismísimo director del Instituto de la Educación Básica del Estado de Morelos deje de hacer su trabajo para sentarse a ver una videoconferencia con la susodicha señora, mientras los problemas se le acumulan en el escritorio.
Si ella se atreve a irrumpir así en la vida de los demás y, además, sin una justificación plena (ni siquiera con la garantía de que se aprenderá algo en esas horas realmente perdidas) pues no está por demás que el Pingo regrese triunfalmente a este foro y diga que luego de tantas semanas lejos las cosas han cambiado para peor, porque los políticos –su objeto de estudio- cada vez cobran más y trabajan menos, ya que –dice- han aprendido los secretos del cargo que desempeñan y los usan al máximo.
Asegura que basta con ver los carros que ahora usan para darse cuenta de que nos están robando y –al igual que expresó hace como seis meses- no entiende como los humanos dejamos que esos seres –los políticos- abusen de nosotros, nos roben, nos humillen y todavía les demos las gracias y aparte les peguemos muy bien. Acepto que es una buena pregunta que para mi no tiene respuesta. Pingo, al conocer eso –de que no sabemos por qué confiamos en los políticos- soltó un quejido lastimero -¿o de lástima?- por nosotros.