Pingo -el perro que en la casa de ustedes se siente el amo- ha observado con detenimiento este proceso. El astuto animal tiene ocho años de vida y por lo tanto esta es la tercera elección que le toca. De cachorrito no pudo tener la experiencia pero una vez que creció no se ha perdido nada del tema y eso a pesar de que no tiene credencial de elector (documento que se expide a partir de los 18 años, una edad a la que Pingo será un venerable anciano) pero se las ingenia para recorrer en cada uno de los comicios las casillas cercanas en calidad de observador ciudadano, una categoría que por supuesto él se asigna.
Para disimular, esos días en que hay elecciones sale a la calle “disfrazado de perro” -así dijo, qué quieren que haga- e incluso llega a levantar la patita en alguna de las mesas receptores de votos, para despistar, mientras comienzan a llegar e emitir su sufragio los políticos que buscan un cargo de elección.
Pingo aprovecha esos momentos para observar con mucha atención a la fauna que prefiere caer en lo más bajo antes que trabajar como diós manda.
Y dice que en esas ocasiones ha visto que la sonrisa hipócrita, el abrazo fingido y la cara de triunfador son comunes a todos, sin importar el partido del que provengan. Que aun a aquellos que buscar un cargo como ciudadanos registrados por uno de los partidos chicos se transforman en el tiempo de las campañas y adoptan poses que anuncian los monstruos en que se convertirán si de pura casualidad le atinan al premio mayor. Hasta los que piden el voto al grito de que ellos no son políticos terminan convertidos en eso en el breve lapso de las campañas.
Y por eso, para el 2012 augura una presencia aún mayor de gente de todo tipo empeñada en vivir sin trabajar, atraídos por el reflejo de la mejora económica de quienes hoy van en su segundo año de “gloria” (así le dicen cuando se forran con el dinero ajeno).
Pingo aún no se explica como nosotros, los humanos, nos decimos seres racionales al mismo tiempo que les permitimos a los políticos salirse todos los días con la suya.