Calladamente, la mente de mis compatriotas ha pasado a ser ocupada casi en su totalidad por el futbol, con un reducido espacio para los escándalos del medio de los espectáculos y poco más.
Ahora que recién arrancaron los torneos regulares de futbol o que Leonel Messi y sus cuates llegaron México a jugar un partido, no hay poder humano que haga a la gente hablar de otra cosa.
Por eso, los políticos locales y federales viven a sus anchas, con buen dinero y con la tranquilidad de casi nunca ser cuestionados por sus actos. Casi nunca bueno, la mayoría malos, desacertados y mal intencionados.
Las manifestaciones de inconformidad se limitan a unos cuantos grupos que vociferan de vez en cuando. Para colmo, muchos de los más gritones no son los que tienen mayor razón o más base para reclamar algo, sino los que están movidos por los políticos de siempre.
Los ciudadanos, tal parece, tenemos que construir nuevos espacios dentro de la ley para ser tomados en cuenta. Las herramientas políticas están tomadas por los partidos y no las van a soltar, pero queda la educación como forma de defender lo que nos han quitado. Claro, eso es lento y requiere de mucha paciencia, pero al soportar tanto exceso de los que gobiernan hemos demostrado que paciencia es lo pico que nos sobra.