Hasta la semana pasada, cuando trabajadores de Conagua, con el tacto de un elefante, llegaron con el lema de “primero dispara y después viriguas”, más o menos como cuando hace años personal policiaco de la PGR llegó a Ocotepec a decomisar -no recuerdo si fayuca o cohetes- como si tratara de un pueblo más y al rato ya estaban sometidos en la ayudantía municipal y corría la representación del linchamiento.
Lo mismo les ocurrió a los trabajadores de la Comisión Nacional del Agua, ignorantes de los modos de ser de muchos pueblos morelenses. Hoy se han quedado sin parte de su equipo de transporte, tomado como garantía a cambio de liberar a los rehenes.
En Xoxocotla, el transporte local en motocicletas que jalan unos asientos con ruedas-los ya famosos mototaxis- operan con total normalidad y permiten un buen negocio al puñado de propietarios de esos aparatos. Esa actividad es una buena salida al desempleo, efectivamente, pero no cumplen con las reglas mínimas de seguridad. Aunque son intocables.
Los taxistas de la zona poniente, los que brindan servicio en Miacatlán, Mazatepec, Tetecala y Coatlán del Río, mantienen el control del transporte colectivo de pasajeros y desde hace décadas imponen sus elevadas tarifas.
Los intentos por introducir el transporte de pasajeros con itinerario fijo han fracasado porque los señores usan la fuerza para eliminar a la competencia.
En diversos municipios de Morelos, las organizaciones de propietarios de molinos y tortillerías ha llegado más lejos, pues obligaron a los Ayuntamientos a emitir reglamentos para frenar a sus competidores, los que venden tortillas de manera ambulante.
Hasta hace poco, el mismo monopolio existía en la venta de agua potable en garrafones, hasta que con muchos trabajos pudieron operar pequeñas potabilizadoras del líquido que ofrecen precios 40 por ciento más bajos por cada unidad.
Y así puedo enumerar un montón de ejemplos más que son abusos que impiden el crecimiento de la economía local, que afectan los recursos naturales (o ambas cosas) y que nadie frena.