Seguramente se trata de emitir certificados de dominio de los programas inventados en el extranjero (Estados Unidos, principalmente) y que le venden a buen precio a los compatriotas que los requieren y que no se los pueden piratear.
Quizá reciba reclamos y hasta aclaraciones por lo que acabo de escribir, pero no puedo evitar indignarme cada vez que me acuerdo como desde las instituciones oficiales de Morelos se promueve el uso de software de la marca Microsoft por encima de todas las cosas y a pesar de los múltiples defectos y limitaciones, bajo el argumento de que es el producto que todos usan.
Es triste comprobar una y otra vez que en este tema seamos plenamente del Tercer Mundo cuando tenemos la evidencia de que producir programas de cómputo enfocados a cubrir las necesidades específicas del mercado no sólo es un buen negocio, sino el camino hacia el desarrollo de una sociedad, ya que se crean empleos de buena calidad y se reduce la dependencia tecnológica del país.
Ojalá que la llamada Reunión Nacional de Rectores de Universidades Tecnológicas sirva para reflexionar sobre el enorme potencial que representa y que las certificaciones, seguramente buen negocio, sirven principalmente para apuntalar a la competencia.