Cuando algo así llega a ocurrir acostumbro laborar desde la sala de la casa de ustedes, mientras todos duermen excepto el inteligente animal, que se acomoda en otro sillón y está pendiente hasta que acabe, por lo que se pueda ofrecer, dice él.
El domingo no hubo oportunidad de dormir y entonces se siguió de frente, pero eso le robó todo el ingenio y la creatividad (igual que a mi) justo cuando esperaba que dijera todo lo que piensa (que es mucho) del presidente Felipe Calderón, quien ayer estuvo en Morelos.
Pero Pingo apenas mueve la cola, bosteza y vuelve a caer en los brazos de Morfeo. Lástima, porque pensé que -así como ha estado de indignado desde hace semanas contra todos los políticos- diría cosas muy interesantes de ese señor al que le queda un año y cachito para dejar el poder. Ya no lo suficiente para corregir los errores (abundantes) ni mucho menos para asegurarse su lugar en la Historia, con mayúsculas.
Esperaré a que Pingo duerma a pierna suelte, se recupere y entonces tenga ganas de decir todo lo que guarda en su ronco pecho.