Desesperado por no encontrar un buen ejemplo que nos haga reaccionar, había dicho que pediría la ayuda de otros amigos que tiene por el barrio, entre ellos un burro mal hablado del que no les platicó mucho, por lo mismo.
Pero mientras me enteró de la naturaleza de los planes de Pingo, no puedo dejar de darle la razón, pues uno se entera de cada cosa que se le ponen los pelos de punta, como la reforma penal que promueve Felipe Calderón para hacer norma nacional eso de los juicios orales, con el supuesto objetivo de dar más garantías a los ciudadanos.
Sin embargo, el diablo está en los detalles. En realidad lleva oculta la posibilidad de aprobar cosas tan terribles como más atribuciones a las policías o la posibilidad de que las denuncias anónimas sirvan para iniciar procesos penales contra los ciudadanos.
Esto es, cualquier podría ser acusado de un delito y, aunque tendría derecho a defenderse, estaría en realidad en desventaja porque ni siquiera sabría quien lo denunció.
Si usted cree que eso suena muy nazi, pues casualmente eso es. O no tan por casualidad.
Por eso, creo que Pingo tiene razón al desesperarse a ese grado.