Y en verdad que está harto, aunque precisa que no tanto de los políticos --su materia de estudio y principal tema de conversación-- sino de los ciudadanos que se dejan mangonear por los políticos (o sea, usted y yo) porque dice que son tan obvios y nosotros tan ingenuos.
Y ahora hizo acto de presencia para señalar que finalmente alguien les quiere parar los excesos. En referencia al movimiento de los médicos que buscan revertir las modificaciones al código penal.
Pingo asegura que su paisano Julio Espín Navarrete (ambos son ixtlecos), quien promovió el endurecimiento de las sanciones a quienes incurran en actos de negligencia médica, ha defendido su reforma y no recurrió al expediente fácil de dar marcha atrás de inmediato ante un poco de presión social (que siendo estrictos, está lejos de ser poca), pero eso ha expuesto a sus homólogos y la forma de legislar en paquete --decir “al aventón” es más preciso-- que ha sido la norma por muchos años, a pesar de sus nefastas consecuencias.
El inteligente animal señala que eso ha creado las condiciones ideales para exigir no sólo a los legisladores, sino a quienes detentan cualquier tipo de poder, que actúen con responsabilidad o se atengan a las consecuencias.
Por lo pronto y de manera inusual ayer los legisladores tuvieron que lidiar no sólo con el grupo de tianguistas que quiere que papá gobierno les pague su local, sino con médicos de todos los colores y sabores (o sea, gente preparada y con elevada conciencia social), a los que tiene que dar una respuesta que les satisfaga.
Es, como dice Pingo, un momento que se debe aprovechar.