Al contrario, es la ratificación de los alejado que los partidos están de la sociedad. Tanto que nadie se cree eso de que, por ejemplo, los panistas abrirán de buena fe sus puertas a los candidatos ciudadanos, cuando todo mundo sabemos que las posiciones en las que se ganara de manera segura un cargo de elección ya fueron asignadas a los cuates.
Cada momento especial que los partidos políticos han tenido para ganar el corazón de los ciudadanos ha sido vilmente desaprovechado, porque no les importa a quienes viven de la política quedar bien con sus representados, ya que para empezar no se siente representantes de nadie, excepto ala hora que hay que repartir dinero.
Las leyes electorales fueron puestas –como debe ser- por los partidos con representación legislativa, por lo que están hechas para castigar sólo a los tarugos pero no a los delincuentes electorales, como los que ayer se dieron vuelo con la compra de votos, el acarreo y otros malos pero viejos trucos.
Y si a eso le sumamos lo divididos que están los perredistas (hay tantos grupos como militantes) pues quiere decir que los que sí son listos sólo tienen que aprovechar para conservar sus cuotas de poder.
Así es que digan lo que digan, lo de ayer sólo fue la normalidad , que incluye accesos de cinismo, como el de Dolores Padierna reclamando por las cochinadas del contrincante. Sólo los ingenuos lloran y se lamentan.