Eso, que suena a soberana tontería, es lo que realmente se hace, por lo que no hay ninguna duda de la causa por la que nos han robado como hasta ahora y en las cantidades que se han llevado.
Los políticos con cargos más vistosos son los que llegan a su puesto por elección popular. O sea, desde que llegan al hueso saben cuánto les va a durar.
Así es que el saqueo se programa, primero para pagar las deudas de la campaña, luego para disfrutar de las cosas buenas de la vida y más adelante para hacer la alcancía que permita buscar el siguiente cargo.
Por supuesto, los subordinados se dedican a lo mismo, pues tienen el tácito aval del jefe, al que seguramente tienen que salpicar.
El robo mas frecuente y legalizado es mediante el pago de comisiones para adjudicarse una obra o la posibilidad de ser proveedores de bienes o servicios.
Otra forma es el descarado desvío de recursos y el saqueo del erario ya sin disimulo, algo que antes se hacía con cierto cuidado y que ahora es la norma.
Por eso, es difícil esperar a ponerle vigilantes a quienes buscan cargos públicos desde el poder, ya que los únicos que vigilan con poder para sancionar son igualmente políticos y, por lo mismo, no sancionan a sus colegas, por aquello del hoy por ti mañana por mi.
Eso ha llevado en Morelos a acumular deudas colosales de todo tipo. Lo mismo prestamos bancarios que deudas con proveedores o pasivos laborales que ni siquiera se renegocian, simplemente se eluden hasta provocar que los de atrás (usted y yo en realidad) paguen.
Todo eso se ha podido hacer mientras había márgenes de maniobra, pero ahora todo eso se ha acabado. Ya casi no hay para donde hacerse a la hora de buscar recursos para atender a los ciudadanos.
Todo esto viene a cuento por lo que ayer dijo Pingo (con toda su ingenuidad y buena fe) en torno a cuidar el erario.